Capitulo veintiséis.

156 15 4
                                    

Me removí en la cama mientras pequeños flashes de la noche anterior llegaban a mi memoria. Tanteé con la mano por encima de las sábanas, esperando que mis dedos chocaran contra el pecho de Tristan. Fruncí el ceño cuando no fue así y giré la cabeza en la almohada, abriendo apenas los ojos. Hice un puchero cuando me di cuenta de que Tristan no estaba allí. Me incorporé un poco, buscando por la habitación. La persiana estaba ligeramente subida, pero no lo suficiente como para molestarme.

Al otro lado, la puerta del baño también estaba abierta. Con una sonrisa, me puse en pie, esperando encontrar a Tristan dándose una ducha. Quería devolverle parte de lo que me había hecho sentir la noche anterior. Camine de puntillas hasta la puerta, empujando esta un poco para poder abrirla. La sonrisa se borró de mi rostro al darme cuenta de que Tristan no estaba allí. Con desilusión, volví a la cama, pero solo para calzarme.

Me puse en pie de nuevo, y me acerqué hasta el armario, buscando una camiseta que pudiera ponerme. Estaba casi desnudo, la única prenda de ropa que llevaba puesta era el boxer. Me ruboricé y removí en el armario hasta que dí con una camiseta. Me la puse rápidamente, sin darme cuenta de que en realidad era de Tristan. No me preocupé en ponerme algo debajo por que no pensaba salir y tampoco me importaba demasiado.

Abrí la puerta de mi cuarto y olisqueé en el aire. Olía de maravilla y no sabía de dónde salía ese olor. Dejándome llegar por eso, recorrí el corto espacio del pasillo y al llegar al salón, ese olor se intensificó. Con una sonrisa, me acerqué de puntillas hasta la puerta de la cocina. Tuve que morderme el labio al ver la espalda de Tristan. El rubio estaba haciendo el desayuno. Pero no fue eso lo que llamó mi atención.

Tristan no llevaba camiseta y los pantalones del pijama (de un pijama mío que me venía bastante grande) le caían de una manera muy sexy por las caderas. Me mordí el labio, aguantando y me escondí cuando Tristan se giró para dejar los platos sobre la encimera. Me parecía un gesto muy tierno que estuviera haciendo el desayuno para ambos. Recordé que, antes de que rompiéramos, él preparaba el desayuno todos los días y me lo llevaba a la cama.

Me sonrojé al recordar eso y carraspeé. Conté hasta tres y volví a asomarme por la puerta. Tristan estaba de nuevo de espaldas a la puerta así que aproveché el momento para entrar de puntillas. Rodeé la isla de la cocina, con una sonrisa en los labios y cuando me quedé frente a él, me incliné. Besé su espalda desnuda y lo sentí estremecerse. Repetí el gesto un segundo después y lo rodeé con mis brazos, escondiendo el rostro en su cuerpo.

- Buenos días, Titty... - Susurré, usando su apodo.

- Buenos días, BraddyBear. - Me contestó.

Tristan dejó de preparar el desayuno para girarse y rodearme entre sus brazos. Me vi envuelto en su pecho y aproveché la oportunidad para darle un beso allí, apoyando el mentón contra su piel para poder mirarle. Algo parecía haber cambiado en él. Se le veía más feliz, y mucho, mucho mejor que días atrás. Sonreí y me mordisqueé el labio. Las manos de Tristan comenzaron a acariciar mi espalda y me relajé. El rubio tenía ese tipo de efecto en mi.

- ¿Has dormido bien?

- He dormido de maravilla. ¿Y tú? - Pregunté, volviendo a besar sobre su pecho. 

El rubio se inclinó, depositando sus labios sobre mi frente y yo sonreí ante ese gesto. Tristan se demoró un par de segundos más en aquel beso y yo cerré los ojos. Se sentía demasiado bien saber que las cosas habían vuelto a la normalidad entre nosotros, aunque ambos habíamos decidido ir despacio. Me eché hacía un lado, intentando averiguar que había preparado para desayunar.

- Hm... tortitas.

- Están en la mesa. - Susurró Tristan, dejando lo que había usado para preparar el desayuno en la pila de la cocina.

Me relamí los labios con gusto y me aparté de él para tomar asiento en una de las sillas que había frente a la isla de la cocina. Tristan tomó asiento a mi lado poco después. Cogí los cubiertos y empecé a desayunar. El tenedor se quedó a escasos centímetros de mi boca cuando sonó el timbre de la casa. Fruncí el ceño y volví a mirar hacía el desayuno. Intenté de nuevo meterme el tenedor en la boca, pero el sonido del timbre volvió a interrumpirme.

- ¿¡Pero quién demonios viene a estas horas!? - Grite, enfurruñado.

Aparté la silla, que soltó un chirrido y solté un bufido. Lo que me faltaba, que me interrumpieran a la hora de desayunar. Salí de cocina, recorriendo el pasillo para ir a abrir la puerta. Ni si quiera me molesté en echar un vistazo por la mirilla, solo quería matar a la persona que había detrás de la puerta. 

- ¿Qué coño quieres, Connor? Estaba des... - Me tragué mis palabras en cuanto vi quién era. - H-Hola, mamá...

- ¿Es así cómo le hablas a tu madre? - Preguntó ella, y en ese momento me sentí morir.

Me eché hacía un lado para que pudiera pasar y cerré la puerta detrás. No entendía que hacía allí mi madre, y mucho menos a esas horas. Me acerqué poco a poco a ella y la dejé que me diera un abrazo rápido y un par de besos en las mejillas. Me volví a apartar de ella, y tomé asiento en el sofá. La voz de Tristan me llegó muy clara desde la cocina y en cuestión de unos segundos, ya estaba allí.

- ¿Brad? ¿Quién era..? Oh no...

Tristan se quedó parado sin llegar a entrar en el salón. Recordaba muy vagamente que la relación entre mi madre y Tristan nunca había sido buena. A ella no le había hecho especial gracia cuando Tristan y yo empezamos a salir. Mi madre miró a Tristan como si le tuviera asco y yo me regañé a mi mismo. ¿Por qué demonios había abierto la puerta?

La mirada de mi madre se dirigió hacía el pecho desnudo de Trisatn y yo le lancé una mirada. Por la forma en la que le miraba mi madre, parecía que lo estaba examinando. Tragué saliva, esperando que Tristan no se sintiera intimidado por la mirada de mi madre. Yo solo quería que ella se fuera de allí y pudiéramos volver a estar bien los dos. Solos.

- Vaya, vaya.. Tristan Evans.

- H-Hola, Señora Simpson...

- ¿No tienes a nadie a quién fastidiarle la vida, eh?

En ese momento supe que la cosa no iba a acabar bien. 

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now