Capitulo treinta y nueve.

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Abrí los ojos, pestañeando varias veces. La habitación estaba empezando a sumirse en una leve oscuridad y al mirar hacía la ventana, vi como la línea del horizonte se ampliaba poco a poco. El atardecer se estaba abriendo paso y con el, la luz empezaba, muy poco a poco, a desaparecer. Aún me sentía un poco débil y cansado, y la discusión que había tenido con mi madre no estaba ayudando.

Me giré en la cama, ahogando un gemido cuando sentí dolor en la mano derecha. Con un puchero, me re-coloqué mejor en la cama, tratando de buscar una posición cómoda para volver a dormir. Al abrir de nuevo los ojos vi que la mitad de la habitación ya no se veía y que seguramente debía encender la lamparita, pero no me apetecía moverme. No podía dejar de recordar una y otra vez la conversación que había tenido con mi madre.

Poco a poco, el cansancio volvió a hacer mella en mi y me quedé dormido. Desperté al escuchar un susurro en la habitación. Al mirar hacía la ventana descubrí que ya estaba totalmente oscuro y que debía ser muy tarde ya. Me removí en la cama, pestañeando para apartar el sopor y me giré un poco. James tenía la mano sobre su boca, y hablaba en pequeños susurros. Desde la cama no conseguía entender nada de lo que estaba diciendo, pero parecía preocupado.

- Te prometo que está bien. Ahora está durmiendo...

Una sonrisa apareció en mis labios al pensar en quién podría estar hablando. James se movió, quedando mucho más cerca de la cama y yo me quedé muy quieto. Aunque no podía escuchar a Tristan, podía imaginarme lo preocupado que estaba por mi estado y, seguramente, las ganas que tenía de estar aquí conmigo. James se movió de nuevo, quedando cerca de la cama, y esa vez si que lo escuché.

- Déjame hablar con él.

En ese momento me incorporé en la cama, tendiendo la mano para que James me pasara el teléfono y así poder hablar con Tristan. Mi amigo negó con la cabeza y se alejó un poco de la cama. Fruncí el ceño, susurrando que me lo dejara y James se apartó el móvil del oído, dejándolo pegado a su camiseta mientras me miraba.

- Tienes que descansar.

- Será solo un minuto.

James vaciló, y volvió a negar con la cabeza. Sabía de sobra lo cabezota que podía llegar a ser James y más si se trataba de la salud. Abrí y cerré los dedos, tratando de convencerlo. Por fin, James cedió a mi demanda. Podía escuchar a Tristan al otro lado, preguntando si estaba todo bien. James se acercó a mi, dejando que su móvil cayera en mi mano. Sonreí y me acerqué el dispositivo a la oreja, volviendo a escuchar a Tristan.

- Titty...

- ¿Brad? Pensaba que dormías.

- Estaba durmiendo, pero James me despertó.

- ¿Como... como te sientes?

- Aún me noto cansado, pero he estado durmiendo todo el día.

- Me llevé un susto de muerte, Brad...

- No quería asustarte, amor... - Susurré, y sonreí ante la palabra "amor".

James a mi lado rodó los ojos y yo sonreí más amplió. Sabía por qué había hecho ese gesto y lo único que podía hacer era reírme por que era una tontería, pero era algo que Tristan y yo habíamos hecho siempre. Noté vacilación al otro lado de la línea y supe que algo estaba preocupando a Tristan, aunque no conseguía averiguar que podía ser (a lo mejor lo sabía pero me negaba a escucharlo).

- Ojalá pudiera estar allí.

Respiré hondo. Si se lo contaba a Tristan, James también me escucharía y seguramente querría escuchar todos los detalles pero estaban tan cansado que no quería tener que explicar algo tan complicado. No en ese momento. Me sentía muy mal por eso, por lo que había tenido que pasar por culpa de mi madre. Echándole valor, y sin llegar a mirar de manera directa a James, tragué saliva y entrecerré los ojos.

- Puedes venir...

- Tu madre me echó de allí, Brad. Ella dijo que yo no era capaz de cuidar de ti...

- He discutido con ella por eso. James me lo contó.

- ¿Qué? - Escuché que James decía delante de mi. Levanté un dedo para frenar cualquier posible pregunta que quisiera hacerme.

Tristan también había dicho algo al otro lado del teléfono, pero no lo había entendido. James apartó el teléfono de mi oído, y se aclaró la garganta sin dejar de mirarme. No parecía enfadado, más bien...¿preocupado? Después de intercambiar alguna que otra palabra con Tristan, le deseó buenas noches de parte de ambos y colgó el teléfono. Protesté, enfadado y intenté hacerme de nuevo con el teléfono.

- ¿Qué ha pasado exactamente, Brad?

Me mordisqueé el labio, sin saber muy bien como explicarle que mi madre se había puesto hecha un fiera por que había preferido defender a Tristan antes que a ella. Pero Tristan era el amor de mi vida y lo defendería una y mil veces si hiciera falta. Tragué saliva, dispuesto a explicarle que era lo que había pasado en su ausencia.

- Mi madre vino hace unas horas, y me enfadé por lo que me habías contado y me encaré con ella. Me dijo que no podía creerse que estuviera defendiendo a Tristan y... la eché de aquí.

El silencio cayó en la habitación y sentí la mano de James sobre mi hombro. Se lo agradecí con una sonrisa, levantando la cabeza en su dirección. Mi amigo parecía apenado, pero en realidad no había nada por lo que sentir pena. Incluso podía decir que me sentía mucho mejor ahora que le había plantado cara a mi madre y que había decidido lo que de verdad quería. O, mejor, a quién de verdad quería.

- Lo siento mucho...

- No hay nada que sentir. 

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now