Capitulo sesenta y seis.

80 9 1
                                    

MARATÓN 2/3

Me acerqué hasta el borde de la silla, colocando las manos sobre mis propias rodillas. Tristan imitó mi gesto poco después. Sentía los latidos de mi corazón por todo mi cuerpo y necesitaba que el médico nos dijera ya la buena noticia, o la mala, según se mirarse por que no teníamos demasiadas noticias.

- Os han concedido la adopción del pequeño.

Solté un gritito de alegría sin poder evitarlo. Era la mejor noticia que el médico podría darnos en ese momento. Me giré para mirar hacía Tristan que estaba igual o más ilusionado que yo con la idea de poder adoptar al bebé, de tener un hijo. Me mordisqueé el labio y pasados unos minutos, ambos volvimos a mirar al médico.

- ¿Vamos a.. a ser padres? - Preguntó Tristan.

- Si. No hay nada que nos indique no que vayáis a ser una buena familia para él. Felicidades.

En ese momento sentí una felicidad plena, justo la felicidad que nos estaba haciendo falta. No podía creerlo, íbamos a tener un bebé, nos habían cogido. Volví a girarme en mi lugar y los brazos de Tristan me rodearon en ese momento. Sin un ápice de vergüenza, le dio un beso en la boca, lento, para demostrar la felicidad que sentía.

Nos apartamos al escucharle carraspear y mis mejillas se tiñeron rápidamente de rojo. Pero el médico no parecía enfadado o ofendido, más bien parecía encantado y divertido a partes iguales por ese beso que nos acabábamos de dar. Me pasé la lengua por los labios, buscando el mejor modo de hacer la siguiente pregunta. No hizo falta, Tristan la hizo por mi.

- ¿Cuando podríamos llevarnoslo a casa?

- Pues, aún tienen que hacerle un par de pruebas y con suerte, podrá marcharse a casa mañana.

"Mañana". Esa palabra consiguió que la piedra que antes había sentido en el estómago volviera. La desilusión hizo mella en mi, y agaché la cabeza, dejando que el médico le comentara todo lo necesario a Tristan. Apreté los labios, aguantando las lágrimas. Estaba casi seguro de que podríamos llevarnos al bebé a casa hoy.

La reunión acabó diez minutos más tarde. Salí de la consulta sin esperar a Tristan, y recorrí todo el pasillo hasta llegar al ascensor. Podía escuchar a Tristan llamarme a mis espaldas, pero no me giré, ni siquiera cuando el ascensor se abrió. Me metí dentro y pulsé rápidamente el botón de bajar.

Tenía que salir de allí antes de que las lágrimas escaparan de mis ojos. Si, una parte de mi había estado esperando que nos dijeran que hoy no podíamos llevarlo a casa, pero la otra parte de mi, creía que eso no pasaría. Pero había pasado, así que me sentía muy triste por el simple hecho de tener que esperar para poder tener a mi "hijo" en casa. 

El aire frío de la calle consiguió despejarme y Tristan me alcanzó cinco minutos después, cogiéndome la mano. No me giré para mirarle, no podía hacerlo. Sentía como me escocían los ojos y tuve que hacer esfuerzos para retener las lágrimas y no ponerme a llorar en mitad de la calle.

- Braddy... - Susurró Tristan.

Negué con la cabeza, muy levemente y comencé a caminar, tirando de la mano del rubio para hacerle caminar hasta el coche. Una vez en su interior, apoyé la cabeza contra el frío cristal y cerré los ojos. El viaje de vuelta se me hizo eterno. Tristan no intentó hablar de nuevo conmigo, y en parte lo agradecí. Decidí no decir nada, por que no había nada que decir y Tristan me entendía, por que tampoco me obligó a hablar.

[...]

El trayecto a casa fue silencioso. Lo dediqué a pensar en lo que había pasado en el interior de la consulta. No quería mirar a la parte de atrás del coche por que no quería ver la sillita vacía y la bolsa llena de cosas allí. Tristan decidió poner música, así que me relajé y cerré los ojos, apoyando de nuevo la frente contra el frío cristal. Quería llegar a casa y no hablar de nada, meterme en la cama y esperar a que llegara mañana. Por que ese día había sido una decepción.

Tristan entrelazó sus dedos con los míos y juntos (por primera vez desde que salimos del hospital) caminamos hasta el edificio. El rubio metió las manos en el bolsillo de la chaqueta para sacar las llaves. Ni siquiera habíamos sacado las cosas del bebé del coche. Suspiré y dejé que Tristan tirara de mi hacía el interior del edificio.

Todo el camino hasta el ascensor lo hice con la cabeza agachada, pero al llegar, no pude evitar levantarla y para mi sorpresa, la vecina que antes nos había sorprendido besándonos en el ascensor, estaba delante de nosotros, mirándonos. Sentí como mis mejillas se ruborizaban y me escondí detrás de Tristan.

Golpeé la espalda del rubio cuando lo escuché reír. La mujer se nos quedó mirando durante unos segundos antes de pasar por nuestro lado y salir del edificio. Respiré más tranquilo cuando escuché la puerta cerrarse tras de mi y me separé un poco de Tristan. El rubio aún tenía la sonrisa en los labios, así que de mala manera, le pinche en el pecho con el dedo.

- Ni se te ocurra reírte.

Pero Tristan no me hizo ni caso y se echó a reír. Formé un puchero con los labios y me adelanté para meterme en el ascensor, sabiendo que Tristan me seguía por detrás. Las imágenes del beso volvieron a mi y sentí como mis mejillas volvían a ponerse coloradas. Dejé escapar un suspiro. Maldito y sensual Tristan.

El sonido de la campanita me indicó que habíamos llegado a nuestro piso. Cuando la puerta se abrió, Tristan se hizo a un lado, para dejarme salir primero. Alcé una ceja, sin saber realmente a qué se debía ese gesto tan caballeroso, pero Tristan se encogió de hombros y lo dejé pasar. Recorrí el pasillo y esperé a que Tristan llegara.

- Vamos, Titty.. - Rogué.  

Tristan se hizo de rogar, pero por fin llegó a la puerta de nuestro apartamento. Dejé que esa vez fuera él quién entrara primero y le seguí después, cerrando la puerta detrás de mi. Caminé hasta el centro de la habitación, observando a Tristan sentarse en el sofá. Yo aún tenía las mejillas enrojecidas por lo del ascensor y él parecía tan tranquilo.

- Que sepas que lo de besarme en el ascensor a sido demasiado atrevido.

Tristan se giró en mi dirección, con las cejas alzadas. Yo estaba tratando de parecer enfadado, pero sabía que no lo iba a conseguir, mucho menos cuando Tristan se levantó del sofá para caminar en mi dirección. Dí un paso atrás, creando una pequeña distancia, de tal manera que cada paso que Tristan daba, yo lo retrocedía.

- ¿He sido demasiado atrevido?

La voz de Tristan me hizo estremecer, y solo pude asentir con la cabeza muy levemente. Tristan sonrió y siguió caminando. Yo volví a retroceder y mi espalda dio contra la madera de la puerta. Ya no había salida para mi. Tristan me alcanzó en ese momento, y yo volví a tragar saliva. No sabía qué podía estar pasando en ese momento por la cabeza de Tristan.

- Vaya... vamos a tener que solucionar el problema de mi atrevimiento.

El rubio rompió la distancia que nos separaba y me besó con la misma ferocidad con que lo había hecho en el ascensor. Yo le seguí el beso, rodeando su cuello con mis brazos. Las manos de Tristan recorrieron mi cuerpo hasta llegar al dobladillo de la camiseta y curiosas, se colaron por debajo. Pude sentir sus caricias por todo mi pecho y me estremecí, gimiendo contra su boca.

El beso subió de intensidad conforme pasaban los minutos. Realmente no me importaba ya lo que hubiera pasado en el ascensor por que ambos sabíamos cómo iba a acabar aquello. Mi cuerpo me traicionó demostrando deseo con todos y cada uno de los jadeos que se escapaban de mi boca. Tristan dejó de besarme y atrapó mi labio inferior entre sus dientes, tirando de este hacía si mismo.

- T-Titty.. - Jadeé, y la sonrisa de Tristan se amplió al mismo tiempo que sus ojos se volvían más grises.

Stolen moments ∆ TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora