Capitulo cincuenta y cuatro.

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Habían pasado dos días desde la comida con James y Connor y ahora nos tocaba a nosotros decidir realmente que era lo que queríamos hacer con el tema del bebé. Estaba más que claro que queríamos adoptar, pero al pensarlo bien, no lo teníamos demasiado claro. Nuestra idea principal era ir al orfanato de Londres para adoptar a un bebé.

Pero a Tristan se le había pasado también por la cabeza la idea de un vientre de alquilar, aunque a mi, esa idea, no me hacía especial ilusión. Lo que si teníamos claro era que queríamos mantenerlo en secreto tanto como nos fuera posible, aunque James y Connor si supieran lo que estaba pasando y nos estuvieran apoyando en todo.

Aparté de delante de mi vista los papeles que llevaba más de una hora revisando. Tristan estaba sentado en el sofá y tenía también muchos papeles entre las manos. Parecía estar concentrado, y estaba mordisqueando un lapicero con los dientes. Suspiré y me giré en la silla, dando toquecitos contra la madera para intentar llamar su atención.

- Tris.

- ¿Hm?

- ¿Y si vamos al Orfanato? Aunque solo sea para una visita cortita..

Tristan levantó la mirada en mi dirección y vaciló antes de contestarme. Yo pensaba que era una buena idea y si íbamos a ser padres, tendríamos que mirar bien todo lo que hacíamos. Por suerte, aunque el grupo se había separado, yo seguía teniendo trabajo en la discográfica y Tristan había decidido quedarse en casa.

- Está bien.

El rubio dejó las hojas encima de la mesa y se levantó, estirándose. Yo hice lo mismo pasados unos minutos y al ver que salía del salón lo seguí por el pasillo. Sabía que no iba a cambiarse, así que la curiosidad pudo conmigo. Al llegar a la habitación, Tristan se acercó hasta su armario, sacando una caja que yo antes no había visto. Me acerqué despacio, tomando asiento junto a él en la cama.

- ¿Qué es? - Pregunté.

Tristan abrió la caja y para mi sorpresa estaba llena de juguetes y de fotos suyas de pequeño. Apoyé la mejilla contra su hombro y, metí la mano dentro de la caja, cogiendo fotos y algunas de sus pertenencias. Encontré un chupete y sonreí al recordar la sorpresa de nuestros amigos.

- Esto es lo poco que conseguí sacar de casa antes de que mi madre decidiera que yo ya no era hijo suyo.

No dije nada, no había nada que yo pudiera decir que evitara que pudiera pensar en eso. Le di un beso cariñoso en el hombro y mi mano comenzó un lento recorrido por su espalda, tratando sobre todo de calmarle y hacerle olvidar. No me gustaba nada ver a Tristan tan triste. Eché un vistazo al interior de la caja y saqué uno de los pequeños peluches que había dentro. 

Sonreí al ver la cara del león de peluche y una idea asaltó mi mente. Aún con esa sonrisa en los labios, levanté el brazo y hice que el león le diera pequeños besitos en la boca y la nariz, con ternura. Muy poco a poco, una sonrisa apareció en el rostro de Tristan y, al cabo de un momento, ya reía a carcajadas.

- Vaya, vaya.. Me parece que me ha salido competencia, ¿eh? - Comenté, mirando mal al peluche.

Tristan negó con la cabeza y se giró. "Enfadado" me levanté de la cama y me coloqué frente a él, formando un puchero para que viera que me sentía un poco celoso de que el león hubiera podido darle besos y yo no. Tristan mantenía una enigmática sonrisa en los labios y sin previo aviso, levantó los brazos, tirando de los míos al mismo tiempo que se levantaba.

Solté un grito de sorpresa cuando hizo ese gesto tan repentino, y lo repetí cuando mi cuerpo chocó con el colchón y Tristan se colocó sobre mi, tratando de no hacerme daño o dejar caer todo su peso contra mi cuerpo. Sonreí y me incliné para morderle la nariz con cariño. Tristan soltó un gemido.

A continuación, y sin previo aviso, se lanzó sobre mi, haciendo que nuestros labios chocaran en un beso delicado al principio pero conforme pasaban los minutos la intensidad subió. Jadeé cuando Tristan se apartó de mi boca para hacer un rastro de besos por todo mi cuello. Me estiré un poco, rodeando su cintura con mis piernas y volví a jadear.

- T-Tris...

No podía pensar con claridad y conforme pasaban los minutos era mucho peor. Sabia que habíamos empezado hablando de ir al orfanato y de repente, estábamos a punto de hacer el amor. Volví a jadear y rocé mi cadera con la ajena, tratando de algún modo de provocar a Tristan. El rubio pareció darse cuenta por que me mordió el cuello, para después succionar y hacerme un chupeton.

- Oh, maldita sea.. - Gemí y le escuché reír.

Volví a rozarme contra su cuerpo y Tristan se apartó de mi, obligándome a levantar los brazos para quitarme la camiseta. Cuando lo hizo, comenzó un nuevo recorrido desde mi clavícula hasta mi hombro, repitiendo el gesto en mi otro hombro. Jadeé, tragando saliva y levanté los brazos, colocando las manos sobre sus mejillas. Sentía la necesidad de besarle, y no la contuve.

Lo besé con fuerza, con ganas. Dejando que hablaran mis sentimientos. Lo escuché gemir y aún así, mantuve el beso durante varios minutos más, a pesar de que estaba empezando a faltarme el aire. Me aparté por fin, mirándole directamente a los ojos. Podía ver deseo en ellos, y yo me sentía igual.

- Te quiero más que nadie de este puto mundo, Tristan Evans.

Solté, sin más y Tristan volvió a jadear. Me revolví inquieto y le susurré que levantara los brazos. Con un poco de esfuerzo (y teniendo en cuenta que Tristan era más alto que yo) le pude quitar la camiseta. La lancé a alguna parte de nuestra habitación y mis manos se dirigieron directamente hasta sus pantalones.

Fue cuestión de unos segundos que los pantalones también volaran por la habitación, y después, hice lo propio con los míos. Dediqué unos segundos a mirar el cuerpo de Tristan. Me encantaba cada parte de él, todo, incluso sus defectos (que yo juraba que no tenía y él mentía diciendo que si). Me mordisqueé el labio y una idea cruzó por mi cabeza.

Con delicadeza, lo empujé para que se tumbara en la cama. Me colocó sobre él y le dí un rápido beso en los labios. A continuación, besé su mejilla izquierda y creé un camino de besos desde allí hasta su mandíbula, la cual recorrí de lado a lado muy lentamente. Tristan bajo mi cuerpo se estremeció, mordisqueándose los labios. 

Continúe con los besos por su cuello, que Tristan estiró para darme más espacio y le dio un leve mordisco en un lateral, solo para escucharle gemir debajo de mi. Mis labios bajaron hasta su pecho y decidido a jugar, me decanté por el pezón del lado derecho, mordiendo y succionando de este solo para provocar a Tristan.

Lo escuché gemir y me estremecí. Después de unos segundos, repetí ese gesto en su otro pezón y sonreí cuando lo sentí estremecerse debajo de mi. Muy poco a poco, deslicé mis labios por todo su pecho, sin apartar la mirada de él y de todas y cada una de sus reacciones. Al llegar al elástico de la ropa interior, lo mordí con los labios, tirando hacía arriba y soltándolo solo para escuchar un suave "plas".

Le di un beso bajo el ombligo y sonreí. Al volver a mirarle y vi que Tristan me miraba con tanta picardia. Para seguir el juego, me desplacé un poco más hacía abajo y saqué la lengua. Tristan contuvo la respiración y yo aproveché para pasarla sobre su miembro por encima de la ropa interior. Lo escuché exhalar con fuerza y tuve repetí la operación una vez más.

En ese momento descubrí lo gracioso que iba a ser provocar a Tristan. 

Stolen moments ∆ TradleyOnde histórias criam vida. Descubra agora