Capitulo setenta.

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La fiesta terminó un par de horas más tarde. Solo Connor y James se habían quedado, sobre todo para ayudarnos a recoger todo lo que Tristan había organizado. Tristan había cogido al bebé, para llevarlo a la habitación y ponerle el pijama. Era hora de dormir, además, ya le habíamos dado una de las tomas, por lo que dormiría un par de horas antes de la siguiente, lo que en parte, nos daba una pequeña tregua.

Connor estaba recogiendo todo lo que se había ido cayendo al suelo y lo estaba echando en una bolsa de basura que yo mismo le había dado. Yo decidí recoger y colocar el sofá y en eso estaba cuando encontré una de las mantitas que nos habían dado en el hospital cuando habíamos ido a recoger a Daniel esa misma mañana.

Me escabullí del salón cuando mis amigos ni miraban y recorrí el pasillo hasta nuestra habitación. Eché un vistazo desde fuera y vi a Tristan medio tumbado en la cama, mirando a la cunita del bebé, que estaba justamente en su lado. Me mordí el labio inferior lentamente y decidí entrar. Apenas puse un pie en el interior cuando Tristan levantó la cabeza para mirarme.

- ¿Te has escaqueado de la limpieza? - Preguntó, y me ruboricé.

- He encontrado la mantita de Daniel. - Contesté, negando con la cabeza.

Me acerqué a la cama, mantita en mano y la dejé dentro de la cuna. Me sorprendí al ver que Danny ya tenía una y es que había un par de ese tipo que la enfermera que nos había atendido nos había regalado. Daniel dormía muy bien abrazado a ellas, y de hecho, nos encantaba verlo así de tranquilo y dormido. Me apoyé sobre el hombro de Tristan y el rubio me dio un beso en la sien, pequeño y tierno. Se escuchó un ruido fuera de la habitación seguido de un grito que nos hizo levantar la cabeza. Algo me decía que había tenido que pasar algo malo.

Con lentitud y sin demasiadas ganas, me levanté de la cama, tirando del brazo de Tristan cuando éste extendió la mano frente a mi. Después de asegurarnos dos veces de que Daniel dormía plácidamente en su nueva cuna, salimos de la habitación, dejando solo una de las lamparas de las mesitas encendida, por si las moscas. Antes de salir, Tristan cogió el comunicador, que se metió en el bolsillo del pantalón. Recorrimos el pasillo con las manos entrelazadas y entre miradas cómplices por lo que iba a ser nuestra nueva vida. La felicidad duró lo que tardamos en llegar al salón.

Connor había tropezado mientras recogía y había tirado una de las bandejas al suelo, de tal manera que ahora estaba el suelo lleno de magdalenas y de, sin saber cómo lo había hecho, harina. Fruncí el ceño, y escuché a Tristan suspirar a mi lado. James salió de la cocina, con el cubo de fregar en la mano y un par de trapos en el hombro. Al vernos, negó con la cabeza para después sonreír rápidamente antes de ayudar a Connor a recoger el desastre del salón. Tristan se adelantó, quitandole a James uno de los paños del hombro, y se agachó para empezar a recoger.

- ¿Y el bebé? - Preguntó timidamente Connor.

- Durmiendo y.. - Contesté, echando un vistazo a mi reloj. - no le toca de nuevo hasta dentro de dos horas.

Connor asintió, pero por la forma en la que estaba recogiendo, se sentía un poco culpable. Decidí ponerle una mano sobre el hombro, negando con la cabeza y Connor sonrió un poco. Terminamos de recoger la mancha, y la casa en algo más de media hora y tras hacerlo, James dijo que era hora de volver a casa. Intenté negarme, invitarles a cenar, pero mis amigos dijeron que querían que tuviéramos una noche tranquila con Daniel y que vendrían por la mañana para ver cómo habíamos pasado la noche. 

Dejé de insistir cuando los vi cerca de la puerta. Ya no había nada que hacer, James era un poco cabezota así que sería imposible convencerle. Para cuando la puerta se cerró detrás de Connor, yo tenía un puchero en los labios. Tristan había ido a la cocina, pero volvió justo a tiempo de verme parecer un niño pequeño. El rubio sonrió ampliamente y se acercó a mi, rodeando mi cintura con sus brazos para darme un rápido beso en el puchero que había formado. Volví a formarlo, pero esa vez en lugar de besarme, me mordió el labio, tirando de éste.

Stolen moments ∆ TradleyWhere stories live. Discover now