IV: Sanguia en las mejilias

14.6K 2K 1.3K
                                    


Extracto de "Historia de los Reyes de Drom", de Dragostei
Página 25, párrafo 1
"Rey Vastari (Años 512 - 543 de la Segunda Luna). El Rey Vastari, primer hijo del Rey Véntola, ascendió al trono con el fallecimiento de su padre. Heredó un reino en ruinas que apenas estaba recuperándose de numerosas guerras. Vastari fue quien inició con la ya común costumbre de los reyes de reemitir el dinero. Recolectó todas las monedas de oro emitidas por su padre y las fundió para crear monedas nuevas con su sello propio. Esto lo hizo con la finalidad de simbolizar una ruptura con el pasado bélico y caótico de su padre. Efectivamente, Vastari logró dejar al reino bajo una gran prosperidad".

Página 26, párrafo 2
"El Rey Vastari se caracterizó por su conexión con la Orden del Dragón. Él abogó por su causa y les financió de forma importante. Muchos caballeros de la Orden del Dragón de la época se enriquecieron gracias al Rey Vastari. Sin embargo, algunas familias se enfocaron más en disfrutar de este dinero que en cumplir con su tarea, y muchos Señores de los Dragones jóvenes fueron asesinados en aquellos años".


———


Izuku ha recorrido el camino hacia Mangaio docenas de veces. Se conoce bien sus colores, sus giros, los árboles que hay en el camino y las zonas en las que es más común encontrarse gente. Intenta instruir a Kacchan un poco en esos temas, viendo que él parece estar muy poco informado.

—Aquí es el cruce con Noubar —indica Izuku, señalando con la mano un sendero estrecho que se desprende del camino principal y se dirige hacia quién sabe dónde, atravesando una amplia planicie. Kacchan mira. Aunque permanece en silencio la mayor parte del tiempo y no responde a Izuku cuando le habla, parece prestar mucha atención a todo lo que éste dice. Por momentos, Izuku le nota repitiendo alguna palabra en voz baja, moviendo los labios sobre ella como para amaestrarla.

Avanzan a paso constante, ligero, sobre el camino de tierra polvosa y pálida. Izuku siente que los pies le duelen dentro de los zapatos y la nuca le suda bajo el sol. Los pasos de Kacchan son más largos y pesados que los suyos, así que se ve obligado a caminar un poco más rápido de lo normal para mantenerle el ritmo. Eso hace que esté bastante cansado. Sus piernas rugen y su espalda baja se constriñe, pero, quizá por mero orgullo, no se queja. El sol viaja a la par de ellos por encima de sus cabezas y va rayando el cielo, destrozando a las nubes a su paso. Azul es todo lo que se ve a la redonda por arriba, verde opaco por debajo. Una tierra que se despierta después del largo invierno, esparciendo su vida virulentamente en todas direcciones.

Tras un par de horas más de andar, Izuku percibe que pronto atravesarán un asentamiento pequeño. El asentamiento se llama "Enmedo", y es una cosilla compuesta por pocas casas y gente esporádica que vive de vender cosas a los viajeros. Algunos de ellos venden verdaderas baratijas –amuletos para el camino, pequeñas figuritas de madera o muñecas de paja, un ejemplar de las cuales yace sobre la cama de la madre de Izuku en Baraca–, y otros algunas bebidas y bocadillos que esparcen en pequeños mostradores de madera instalados a orillas del camino.

Aunque a Izuku no le gusta, sabe que algunos de entre ellos venden carne. Tiras de carne deshidratada o jamón curado. Pescado y brochetas de pollo y pavo salvaje. Mira a Kacchan, quien permanece serio y con la mirada hacia el horizonte.

Hace algunos minutos, hicieron una breve pausa y se acomodaron bajo la sombra de un árbol para comer. Izuku le convidó a Kacchan uno de los sándwiches que su madre le había enviado. Éste había fruncido la nariz ante el alimento y después se había quejado de que no tenía carne, a lo que Izuku había tenido que aclararle que la Gente del Bosque era completamente vegetariana. Kacchan había terminado devorándose el sándwich en menos de cuatro mordidas y finalizó por decir que no estaba tan mal. Sin embargo, Izuku tenía la alta sospecha de que el rubio estaba menos que satisfecho con el tentempié.

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora