XXXV: Mensajes

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Extracto de "Descripción de los Centros Educativos de Marcelle" del gobierno de Drom
Página 25, párrafo 7
"Currículum del primer semestre de la Escuela de Guerra:
-Módulo teórico: Historia de Drom (2 créditos)
-Módulo práctico: Adecuación corporal (5 créditos)
-Módulo teórico: Introducción a las Armas (3 créditos)
-Módulo teórico: Teoría de las Corrientes de Combate (3 créditos)
-Módulo teórico opcional: Introducción a la Magia de Guerra (5 créditos)".

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Izuku abre los ojos de a ratos, sintiéndose extraviado y afiebrado. La cabeza caliente y adolorida, la visión poco clara. El ardor constante le obliga a volver a dormirse, su mente convenciéndole de que es mejor permanecer así. El aroma que entra a su nariz cada vez se vuelve extraño. Primero huele muy medicinal, como a menta perfumada. Después huele un poco más orgánico, como a carne y sangre. Finalmente, huele casi podrido. Después regresa el olor medicinal. Izuku cree que quizá se lo está imaginando todo.

No tiene idea de cuánto tiempo pasa hasta que logra volver a despertarse con la suficiente fuerza como para mantenerse consciente. Se sabe recostado. Bajo su brazo izquierdo siente una textura mullida. Su brazo derecho no lo siente. También el costado derecho de su rostro se siente entumido, como si hubiese dejado de existir, una sensación fantasmagórica adherida al resto de su piel. Parpadea. Cree que lo hace con los dos ojos, pero no está seguro. Logra ver algo... un techo. Un techo de piedra. Gris. Vacío. Atravesado por una pequeña grieta que se extiende como vena por su superficie porosa. Izuku siente el hedor a carne y sangre. Reconoce el olor porque es el mismo que la herida de Bakugou tenía antes de curarse. Frunce un poco el ceño, apreciando cómo la parte derecha de éste se siente de trapo.

—Kacchan —pronuncia, como si fuera esa la clave para volver a respirar adecuadamente. Como si fuese el mecanismo que pone los corazones a palpitar y los cuerpos a funcionar. Como si fuese la forma en que uno se aferra a la vida y el bienestar. Una mano se posa sobre su mejilla izquierda, la que sí siente. Izuku mueve los ojos suavemente en esa dirección. Frente a una ventana de cortinas cerradas, se encuentra a Momochan, que le mira con preocupación.

—Lo recuperaremos —dice ella, sin que Izuku esté muy seguro de lo que habla—. No me importa lo que tengamos que hacer, Izuku. Lo que yo tenga que hacer. Pero te prometo que lo recuperaremos.

Su mano cálida se retira. Izuku siente la garganta seca. Siente y piensa tantas cosas a la vez, que la cabeza le da vueltas y no entiende nada de lo que ocurre.

Cierra los ojos y aprieta los párpados, con una fuerza reencontrada.

—Momochan... ¿en dónde estamos?

Su voz suena a la voz de un ente espiritual, le parece. Aireada y vacía, ligera, no está seguro de que pese lo suficiente para que las ondas en el aire la transporten y la conviertan en sonido que otros seres vivos puedan escuchar.

—En Sarkissian, es una ciudad de Caminantes de la Tierra al norte de Rasaquan. Te he traído hasta aquí porque temía que permanecer en el bosque fuera peligroso y porque necesitaba comprar un poco más de gasas, las que traía conmigo se me acabaron pronto...

Su voz se desvanece. Izuku vuelve a abrir los ojos, voltea el rostro hacia ella y la observa.

Luce tan triste.

—No te preocupes, Momochan, yo estoy bien —la voz de Kacchan se le mete a la cabeza y se encuentra repitiendo—. Vamos a estar bien —con una seguridad sacada de quién sabe qué sitio del universo. Momo le ve. Clava los ojos en los suyos. Hay una suerte de admiración en ellos, y la mano de la chica vuelve a elevarse, posándose en su cabellera abundante.

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora