XX: Volcán

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Extracto de diario
Página 9
"El sol sale todas las mañanas. Yo sé que el sol sale todas las mañanas. En algún sitio. Lo recuerdo apenas. Como luce. Grande, alto, amarillo, brillante. Me recuerda al pequeño Sol. 
¿Qué si me gustaría volver a verlo?
Supongo.
¿A quién no?
Pero yo tengo que estar aquí. Me dijeron que es sólo por un tiempo. Que la libertad existe. Que un día voy a tenerla.
Sol caza lagartijas. A mí me gustan particularmente las que son oscuras. Su carne sabe mejor cuando se las tuesta". 


———


Lo siente en las venas. Es una sensación inexplicable, pero lo tiene rascándose la piel todo el tiempo, a pesar de que no es comezón y de que sabe que rascarse no va a aliviarle en nada. Pero es que necesita hacer algo. Lo siente en las venas. Su sangre hierve y corre más rápido de lo normal, su sangre explota por dentro, sobre sí misma, le lleva pensamientos caóticos a la cabeza.

Necesita salir. Necesita salir. Necesita abandonar este lugar.

Pero, por más que lo intenta, no puede. La montaña le encierra. No importa cuánto recorra los túneles, no importa cuánto cree túneles nuevos, no localiza una salida. Es como si viviera en un hormiguero sin fin. Sin embargo, sabe que tiene que haber una salida, tiene que haber un sitio por medio del cual los Chisaki siempre han entrado.

Dónde, dónde.

Ha pasado sus manos por cada pared. Se ha desgastado los dedos. Les ha pedido a sus dragones que lo lleven hasta la salida. Éstos no hacen más que rodar sobre sus espaldas para solicitar que les rasque los vientres, o mirarlo largamente como si no entendieran lo que les pide y proceder después a dormirse.

No lo entiende. Sus dragones siempre han hecho todo lo que él les ha pedido. Pero, lo más grave de todo esto, es que ellos sí pueden salir.

Mirio les ha visto traerle cabras, vacas, osos, tigres y otros animales que sabe que no existen dentro de la montaña, sino que los han traído de afuera. Pero Mirio no puede salir, sin importar cuánto lo intente, y esto ya está empezando a volverle loco.

Su piel está roja y rasguñada. Incluso sangra en algunas zonas. Sol, su dragón más pequeño, un reptil de tres metros de largo que acaba de cumplir los doce años y tiene las escamas doradas, se acerca tiernamente y le lame las heridas, llenándolas de su saliva caliente y reconfortante. Mirio le observa. Le sonríe y le toma la cabeza que es ya más grande que su propio torso para abrazarle.

—Sol, sácame de aquí —pide con la voz temblorosa. Con la desesperación contenida. Sol se aleja un poco para mirarle y después le da otro lengüetazo en la cara. Mirio ríe, pero su risa es vacía y triste. Siente que está enloqueciendo.

Los pensamientos en su cabeza le atormentan mientras se mueve entre los túneles, como una serpiente silenciosa. Le gritan cosas que no entiende, pero el pensamiento principal es uno y uno solo: Necesita una esposa. Necesita encontrar una esposa, pero, ¿cómo va a encontrarla en esta red de túneles interminable en la que nunca ha habido nadie más que él, sus dragones y los Chisaki?

Mirio vomita el desayuno de la mañana –lo que él llama mañana, contando horas en su cabeza, pues lleva 400 años sin ver el sol–, y la peste le enferma.

Sol, que anda tras él, lo empuja y se devora el desecho.

—Oh, Sol —se queja Mirio con la voz débil—, eso es asqueroso.

El dragón le mira. Abre la boca. Mirio separa los párpados con impresión y sale huyendo.

—¡No! ¡No me lamas con esa lengua!

Sol le persigue, intentando cumplir con su cometido.

Los dragones se lamen entre sí cuando están enfermos, o tristes, o lastimados. Sus salivas tienen propiedades curativas, desinfectantes, aliviadoras y más. Son salivas mágicas. Sus sangres, por otro lado, consideradas por muchos como agentes de magia suprema, no son más que sangres comunes y corrientes, si acaso un poco inflamables, que se derraman y se coagulan como cualquier otra sangre.

Mirio se pone a llorar. En el día número 364 desde que esos pensamientos y sensaciones aparecieran por cada milímetro de su cuerpo, se pone a llorar. Se sienta en flor de loto en una de sus tantas y oscuras cuevas, se cubre el rostro con las manos y comienza a llorar.

¿Por qué? ¿Por qué lo mantienen encerrado aquí, cuando él necesita salir y encontrar a su esposa?

¿Por qué no es capaz de localizar la salida?

¿Por qué duele todo tanto?

Llora largamente y todos sus dragones, atraídos por su llanto y su tristeza, se van reuniendo en la cueva que ha elegido. Los dragones le acechan desde los orificios de los distintos túneles que desembocan en aquella cámara. Todos esperan.

Es entonces que Lemillion hace su aparición. Sesenta metros de largo y más de ciento veinte toneladas de peso. Escamas hechas de oro puro y cuernos y garras del color del mercurio. Los ojos rojos. El fuego azul. Es el dragón más grande y formidable de la manada de Mirio. También el más fiel.

Lemillion, antiguo pero impetuoso, se acerca a su Señor suavemente y le pone el enorme hocico cerca, viéndole con atención.

—Lemi, viejo amigo —hipa Mirio, intentando ver a su dragón a través de sus lágrimas y volteándose hacia él—. Sácame de aquí, por favor. Sácame de aquí. Si tú no puedes hacerlo, entonces nadie más podrá.

Lemillion le contempla. Cierra una vez los párpados de reptil. Entonces baja un poco la cabeza, en un gesto que indica a su Señor que debe montarse en él. Mirio obedece. Escalando por las firmes y poderosas escamas de oro, asciende hasta la base del cuello de su dragón sirviente y, de pronto, una vez que está ahí, siente como si supiese exactamente qué es lo que sigue...

La Montaña de la Mañana, una de las montañas más grandes de las regiones del norte de Drom, estalla repentinamente, transformándose inesperadamente en un salvaje volcán.

Y el fuego y la lava y la muerte se extienden rápidamente por todas las regiones circundantes.


———


Notas: ¡Hola a todos! Muchas gracias por seguir leyendo y comentando <3 quería aprovechar la oportunidad para agradecer particularmente a aquellos que se toman el tiempo de votar en todos los capítulos y comentarlos. Y quería hacer mención especial a @More-San-Cute que comentó en todísimos los capítulos de un jalón xD son unos lindos y me alegro mucho de que la historia les siga gustando.

Con este capítulo empezamos la mini-saga de Mirio :D estaremos viéndolo un poco más antes de regresar con el resto de los protas.

¡Hasta luego, galletas!

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora