XLIX: Lágrimas

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Extracto de cuaderno de notas anónimo
Página 5, líneas 7 y 8
"La historia de nuestra orden empezó prácticamente al mismo tiempo que la historia de los Señores de los Dragones en este reino. Eso es lo más interesante de todo, es decir, ¡nosotros ni siquiera habríamos nacido si no fuera por ellos!"

Página 15, líneas 4-6
"Es por eso que nadie puede juzgar la labor que la Orden del Dragón ha realizado a lo largo de los siglos: Todo lo que hemos hecho, lo hemos hecho por respeto, por amor a este reino y a las Divinidades que lo gobiernan y lo protegen".


———


Shouto se ha sentado a la cabeza de una mesa rectangular. A su derecha está Tenya y a su izquierda Ochaco, seguida ella por Yuga.

Frente a él, en el otro extremo de la mesa, se sienta Aizawa, con Amajiki y el Señor de los Dragones Mirio a su izquierda y Tokoyami del otro lado. Los espacios restantes son ocupados por Disturbio Rojo y Ojiro.

La taberna está llena y bulliciosa como siempre. Algunos echaron miradas nerviosas en la dirección de Yuga y de Tenya cuando llegaron, pues, con sus armaduras de caballeros, su presencia es imponente. Incluso hubo quien se fue, como si de pronto recordara que había algo que se había olvidado de hacer.

Pero ahora, las conversaciones se han retomado, si bien de manera un poco más recatada y con la atención de muchos puesta a medias sobre ellos, imposible deshacerse de las ansias de enterarse de algo que se volvería un buen tema para cotillear más tarde.

Mirio y Yuga han dejado de gruñirse como lobos nerviosos, por lo menos, aunque siguen echándose miraditas que parecieran querer hacer al otro estallar en llamas repentinamente. Por otro lado, la nueva guerra de miradas que se desenvuelve sobre la mesa tiene lugar en otro flanco: El de Todoroki versus Aizawa.

—Así que esta era la misión secreta de Amajiki —dice el Caballero del Dragón, observando con los ojos desiguales al más corpulento de los dos Señores de los Dragones—. ¿Quién es él?

—Es un Señor del norte. Sabes bien que este año debía haber dos Señores que llegaran a la mayoría de edad, ¿no es así?

Shouto mira a la Sombra.

—Sí, pero, por lo que sabía, la fecha de ese otro Señor era desconocida.

—En efecto, lo era —prosigue el hombre—, para cualquiera que no contara con el derecho a acceder a información privilegiada.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Hay muchas cosas que no sabes, Shouto.

El caballero frunce el ceño.

—¿Y supongo que tú sí las sabes? ¿Acaso eres uno de aquellos que tiene acceso a la información privilegiada?

Momentáneamente, Aizawa no responde. El resto del grupo permanece en un silencio total, intentando desmenuzar la información extraña que se riega sobre la mesa.

—No —la respuesta de Aizawa tiembla. Parece infundida al mismo tiempo de tensión, de frustración y de algo así como mofa.

Como si se mofara de la pregunta, de la respuesta, de Shouto, de sí mismo y del mundo entero a la vez.

—Por el contrario, he tenido que luchar con mucho ímpetu para poder desgarrar el velo que cubría mis ojos.

—Por favor, evitemos las metáforas —dice el joven caballero, arrugando el entrecejo y recordando la conversación cuasi incomprensible que sostuviera hacía tan poco con Yuga.

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora