XXXIX: Criaturas similares

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Extracto de "Historia de los Reyes de Drom", de Dragostei.
Página 25, Párrafos 2 a 4
"El aporte más importante del Rey Vastari al reino fue, sin duda, el establecimiento del sistema cíclico. Previo a su reinado, el sistema de sucesión era de carácter hereditario, es decir que el primogénito de cada Rey se convertía en su sucesor.
El problema de este sistema era que sólo permitía que una única raza permaneciera en el trono, siendo ésta la de los Caminantes de la Tierra, que era la raza a la que pertenecían el Rey Vastari y sus antepasados. Este sistema había causado cruentas guerras entre los Caminantes, las Sombras de las Montañas y las Criaturas del Agua, quienes no estaban conformes con que una sola raza reinara. 
Por lo tanto, para finalizar con toda esa animadversión, el Rey Vastari decidió eliminar el sistema de sucesión hereditaria y crear uno nuevo, al que bautizó como "sistema cíclico". En el sistema cíclico, cada raza tiene su turno para gobernar, empezando por los Caminantes de la Tierra, continuando con las Sombras de las Montañas y finalizando con las Criaturas del Agua. Ni las Gentes del Bosque ni los Señores de los Dragones fueron incluidos en el sistema cíclico".


———


Aizawa observa a la criatura y se percata del temblor que se esparce por su cuerpecito de avellana. Se le eriza todo el pelaje y la Sombra sabe que es a causa de las vastas cosas que el animalillo ha de estar percibiendo en él.

La antigüedad. Y la intención.

Normalmente, Buqué habría corrido para evitar que un extraño que no era su destinatario tomara las cartas que llevaba en su bolsita, pero no lo hace. Se queda muy quieto con los ojos de limón clavados en el hombre al tiempo que la mano de éste se extiende y abre la bolsa que porta a un costado, rebuscando en ella y extrayendo una carta en particular. Aquella que estaba dirigida a Tenya Iida.

Aizawa extiende el papel frente a él y sus ojos nocturnos recorren la fina caligrafía. Frunce el ceño y después echa una ojeada más al mensajero.

—Me temo que voy a quedarme con esto, así que te puedes ir —indica a la criatura.

Pero ésta tan sólo se le queda mirando con los ojos grandes y fijos, como si tuviera la esperanza de que el hombre cambiara de opinión y le regresara su carta.

El papel cruje, sin embargo, dentro del puño cerrado de la Sombra, sobresaltando al caballito. Cuando Aizawa voltea la mano hacia abajo y la abre, lo que cae de ella son una especie de cenizas negras.

La carta ha desaparecido.

Buqué da un par de pasos hacia atrás, lentos y precavidos, antes de girarse bruscamente en otra dirección y salir corriendo despavoridamente. Aizawa le observa y luego se da la vuelta para regresar al interior de la posada.

Pero se encuentra con una severa mirada escarlata que le estudia desde un costado de la puerta, una silueta tenebrosa rodeada por las macetas de rosales que crecen en el patio exterior de la posada. El ambiente que les rodea huele a frescura y a flores que nacen. Tokoyami se ha retirado la capucha, y por ese motivo permanece muy próximo a las paredes para tomar ventaja de las sombras que proyectan.

Una Sombra menor nunca debería cuestionar a una Sombra mayor, es un tema de respeto, de principios y de costumbres ancestrales más antiguas que cualquiera de ellos dos. Pero Aizawa detecta, de cualquier manera, la incertidumbre que pulula en la mente del menor. Y sonríe con algo similar a la burla, lo que hace al otro fruncir el ceño y sentirse intimidado. Les rodea un silencio muy profundo y un aroma a desconfianzas que ninguno de los dos soporta. Así que Aizawa decide ir directo al grano.

Mi Señor de los DragonesWhere stories live. Discover now