XXV: Esposa

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Extracto de "Mi encuentro con el Señor de los Dragones" de Eneida. 
(Libro prohibido, su distribución ha sido vetada y su autora ha fallecido de forma misteriosa. Los ejemplares sobrevivientes permanecen bajo custodia).
Página 50, párrafos 1, 2 y 3
"Y, tras todo este tiempo en su compañía, he llegado a una inevitable conclusión: Yo no entiendo a los Señores de los Dragones. Pero, lo más curioso de esto, es que creo que ellos tampoco se entienden a sí mismos.
Los Señores actúan por instinto. Todo lo que hacen, lo hacen porque sienten que deben hacerlo. ¿Qué significa eso? ¿Qué es lo que define lo que un Señor debe o no debe hacer?
Pero esto no es todo. Debe haber habido algo en algún momento que haya sido verdadero y real para los Señores. Por otro lado, lo que les queda ahora, son vidas de mentiras".


———


La sangre había empapado ya un montón de las hojas absorbentes que Izuku había colocado diligentemente sobre la herida. Era un corte profundo a un costado del vientre de Kacchan. Una de las lanzas se le había enterrado ahí. Izuku recuerda que Kacchan ni siquiera gritó en aquel momento. No hizo ninguna suerte de exclamación. Es más, incluso mientras Izuku le toca, intentando curarle, Kacchan permanece con cierta serenidad. Aunque, percibe el chico del bosque, también tiene una expresión desalentada.

Como si no entendiera qué es lo que se supone que ha hecho mal. ¿Qué le hizo a toda esa gente para que se le fuera irracionalmente encima?

Izuku se queda sentado a su lado por ratos largos. Le unta un ungüento que ha confeccionado él mismo, el cual tiene propiedades anestésicas y desinfectantes y que ha preparado usando incluso parte de los ingredientes que se supone que llevaría a Baraca. Luego le coloca las hojas absorbentes, las cuales ha recolectado en los alrededores. Pertenecen a una variedad de arbusto que es muy común al sur de Drom. Cuando termina con el ritual, se queda sentado a su lado, en silencio, sin saber cómo empezar a decir nada.

¿Cómo se disculpa? ¿Cómo le admite que todo esto ha sido por él?

Mira por ratos el rostro serio del Señor. Los raspones en sus mejillas prácticamente se han desvanecido, con lo que Izuku nota que sus heridas sanan mucho más rápido de lo normal. Eso le da algo de esperanza. Efectivamente, un par de horas después de que se detuviera el sangrado, Izuku está bastante seguro de que la herida en su costado luce menos grave que al inicio. El aroma de la sangre se acumula a un lado, entre las hojas empapadas y descartadas. Kacchan prácticamente ni se mueve ni dice nada mientras Izuku trabaja sobre él. Le permite hacer y deshacer. Se deja tratar por sus pequeñas y gentiles manos. Le contempla por ratos. En otros momentos desvía la mirada y la dirige hacia los árboles, como si buscara algo en ellos.

Llega la noche.

—Deku —llama la voz grave del Señor. Está sentado con la espalda desnuda sobre un árbol. Han descartado la capa para que no se manche. Deku la ha doblado con mucho cuidado y la ha dejado encima de su mochila. El chico del bosque le mira al escuchar su nombre. Estaba preparando una fogata para encenderla—. No fuego. Llamarás la atención. Duerme junto a mí y te mantienes caliente.

Izuku traga saliva. Hoy hay una luna y media en el cielo, así que tienen un poco de luz. Los ojos sobrenaturales de Bakugou se percatan fácilmente del color sonrosado en las mejillas ajenas. Ha aprendido que eso no significa que Deku se sienta mal o esté enfermo. Es algo que le pasa a veces, quién sabe por qué.

Deku asiente. Deja la fogata a medias. Se pone de pie y en un par de pasos ha llegado junto al rubio. Se hinca a su lado.

—¿Tienes hambre, Kacchan? Debería haber ido por comida, lo siento...

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora