XXXVIII: Tatuaje

3.5K 603 143
                                    

Extracto de "Historia de las Runas" de Agrippa
Página 25, párrafos 2 a 4
"Es cierto que todas las Runas tienen una apariencia específica, una forma que los Magias estudian y respetan. Pero, tan cierto como es esto, lo es también el hecho de que cada Magia tiene su propio estilo para escribir las Runas. Son como las letras que usamos en la caligrafía, nadie tiene una escritura idéntica a la de otra persona. 
Por eso, cuando dibujamos, escribimos y tallamos las Runas, las hacemos nuestras. Las plasmamos en nuestro estilo y eso hace que sean nuestras. 
Algunos Magias modifican tanto la escritura de las Runas que éstas se vuelven irreconocibles para otros Magias. Esto es muy poderoso, porque significa que ese Magia hace a sus secretos ilegibles".


———


Un rugido colérico inunda repentinamente la habitación, interrumpiendo la conversación que habían estado sosteniendo los tres adultos. Taishiro voltea a ver y entorna los ojos, intentando distinguir a la fuente del ruido.

—Por fin se ha despertado —comenta lo obvio. Hizashi le lanza una mirada de pocos amigos.

—¡No lo observes!

—¿Eh? ¿Por qué?

—¡Porque no te conocemos y no sé si podemos confiar en ti! —exclama el Señor, al tiempo que apunta al otro, quien tan sólo le regresa una mirada de confusión.

Tsunagu se pone de pie y se dirige a la cama. Separa las cortinas, descubriendo finalmente a Katsuki, que está tenso sobre las sábanas. Se ha callado, emitiendo ahora tan sólo un gruñido que se le ahoga en la garganta. Su mirada se dirige a la parte izquierda de su cuerpo, la misma que está llena de dolorosas heridas.

—Tranquilo, Katsuki, es sólo temporal —dice el hombre, ganándose una mirada de lava encima.

—¿Quién merda sei te? —masculla Katsuki entre unos labios rotos. Hasta la lengua le sangra. El dolor es monstruoso.

—Mi nombre es Tsunagu.

—¿Tsuna...? —Katsuki no finaliza la palabra, porque los labios le escuecen. Con el ojo que todavía puede abrir, estudia al hombre.

Tsunagu.

Aquel desgraciado de su "tío" lo había mencionado. Es, supuestamente, su otro tío. Se pregunta si es igual de imbécil que el último.

—Lo lamento. Eso debe ser muy doloroso, pero los Todoroki lo juzgaron necesario para evitar que te fueras.

Katsuki siente que los labios le tiemblan de pura cólera.

—¿Dónde estamons?

—En el Castillo de los Todoroki.

Por un momento, Katsuki se queda muy callado, intentando encontrarle la lógica a aquella respuesta.

Él no puede estar hablando en serio. No es posible que esté de vuelta ahí.

Echa una mirada al resto de la habitación, y es entonces que se topa a dos personas más.

Su otro "tío" también está allí. Luce completamente diferente ahora, puesto que se ha peinado, limpiado, vestido bien y puesto unas gafas sobre los ojos, pero Katsuki le reconoce por su aroma.

Es sólo verle para que Katsuki sienta que su pecho se inunda de llamas.

Cierra la mano buena en un puño y se apoya en ella para sentarse.

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora