VI: Posada llena

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Extracto de "Reglamento Actualizado de Drom", del Gobierno de Drom.
Página 167, subtítulo 3, párrafos 12 y 13
"Sobre la edad legal para casarse
Un joven ciudadano de Drom puede casarse legalmente con la mujer de su elección a partir de los 16 años, o antes si ya se ha independizado económica, social, psíquica y materialmente de sus padres.Una joven ciudadana de Drom puede casarse legalmente a partir de los 15 años, o antes si ya ha tenido su primer sangrado, significando que está lista para tener hijos".

Página 169, subtítulo 2, párrafo 3
"Sobre situaciones de matrimonio ilegales
Es ilegal concebir o pretender el matrimonio entre dos individuos del mismo género, puesto que, dado que de esta unión no puede darse la función primordial del matrimonio, que es tener hijos, entonces no se la puede considerar normal, natural o apropiada. Ninguna ley de Drom condona este tipo de matrimonios no naturales ni lo hará en el futuro".


———


Rasaquan es una bella ciudad entre el sur y el centro de Drom. Apretujada en un valle gobernado por montes elevados que se ondulan a sus espaldas como un tsunami petrificado que nunca cayó, prospera lenta y gentilmente, aprovechándose de la extracción de carbón y otras piedras preciosas para subsistir. Los rasaquanes son también excelentes panaderos y hay entre sus calles uno que otro artista con media onza de talento.

Es la ciudad en la que Iida creció y, por lo tanto, le suele servir de base. Su hermano aún vive en la casa de sus padres y es el encargado del negocio familiar. A Tenya le encanta visitarles y ellos aún conservan su habitación en la casa, disponible para cuando pasa la noche en la ciudad.

Su hermano adora escuchar sus historias, principalmente las que tienen que ver con Izuku, porque a los dos les fascinan las costumbres y maneras del pequeño chico del bosque. Tensei ha dicho numerosas veces que le encantaría visitar Baraca, pero el negocio y la vida familiar lo mantienen demasiado ocupado como para ceder su tiempo a esas vagas aspiraciones. Así que se conforma con escuchar las historias y recibir los regalos que Tenya le trae de vez en cuando, provenientes de un sinfín de sitios, desde la Montaña de los Reyes hasta la ciudad costera de Ciranda. Esta vez, Tenya le ha traído un libro.

—Izuku se ha dirigido hacia Mangaio —le cuenta a su hermano con una sonrisa tranquila. Está sentado en una de las mesitas que pululan por fuera del establecimiento de su hermano, unos muebles muy cursis con tonos rosas y bordes ondulados. Tenya hace contraste con el entorno al portar su pesado traje de caballero. Tensei, por otro lado, lleva un delantal de tono verde limón. Acaba de abrir la panadería y el pan caliente que viene preparando desde la madrugada ha invadido con aromas intoxicantes a al menos diez metros a la redonda.

—¿A qué se ha ido ahí? —pregunta el mayor, sirviéndole un té a su hermanito. Tenya eleva la taza antes de responder. El sol se perfila detrás de las montañas, fresco.

—A hacer algunos pedidos. Le dieron el día libre y, en lugar de descansar, decidió hacer trabajo extra.

—Típico de él —comenta Tensei con una sonrisa, como si realmente conociera a Izuku más allá de las historias que Tenya le cuenta. El menor se ríe.

—Exacto.

—Supongo que es para poder comprarse esa espada, ¿verdad?

—Asumo lo mismo —confirma Tenya y olfatea el té. A su hermano le gusta que Tenya adivine el tipo de té que le sirve—. ¿Jengibre con miel y canela?

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora