XXVIII: Hermanos

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Extracto de "Mi encuentro con el Señor de los Dragones" de Eneida.
(Libro prohibido, su distribución ha sido vetada y su autora ha fallecido de forma misteriosa. Los ejemplares sobrevivientes permanecen bajo custodia).
Página 113, último párrafo
"Si alguna de las personas que han leído este libro se encuentra alguna vez con Bakugou, por favor díganle que, al final, le he perdonado. Y si se encuentran con Katsuki Bakugou Akaguro, díganle que su madre le ama, y que estaré esperándole ahí donde las Divinidades viven, a lado de sus hermanos".

———

Los vinos se sirven por montones, frescos e iluminados por la luz dorada de las velas. Las copas de metal navegan por el enorme salón hexagonal y por sus habitaciones conexas, separadas de éste por cortinas de terciopelo rojo. Preciosos cuadros decoran las paredes. Dos chimeneas del trabajo más fino reposan en extremos opuestos del salón, diseños exquisitos en sus acabados. Los muebles, dorados y forrados en terciopelo carmín, acomodan a los diversos invitados al evento.

Es una compañía variada. Está el equipo de investigadores del castillo, los que llegaron muy probablemente obligados al lugar; las cortesanas, que llevan sus costosos vestidos de suave seda traídos desde Maresca; hay también algunos hijos de nobles y unos cuantos caballeros. La mayoría de los invitados son Caminantes de la Tierra, excepto por unas cuantas Sombras del norte que pululan tranquilamente en los rincones menos iluminados y un trío de Criaturas del Agua que vienen vestidas con ropas demasiado provocativas, siendo su raza en exceso indiferente a la desnudez.

Las risas disimuladas, las sonrisas, las miradas sugestivas, todo abunda en ese salón silencioso y ruidoso al mismo tiempo. Dina Todoroki fue el organizador de semejante velada. Empezaron por la tarde, en la penúltima hora de luz, y es ahora la tercera hora de sombra. Ya se ha acabado un montón de vino. Ya muchos han usado las habitaciones contiguas para tener un poco más de privacidad con acompañantes diversos. Ya Dina se ha dado el gusto de conocer a las tres Criaturas del Agua.

Al mismo tiempo.

Y, para hacer las cosas más interesantes (o peores), su hermano, Mita Todoroki, le había acompañado en la hazaña.

Ahora los dos platican amenamente con el grupo de investigadores del castillo, tocando al azar temas serios y luego cambiándolos por tonterías sin importancia. El reloj de péndulo suena, marcando el paso de una nueva hora. La cuarta hora de sombra.

¡Qué maravillosa reunión!

Algunos se han quedado dormidos en los muebles. O en las habitaciones. Por tomar demasiado vino o porque están demasiado cansados. Pero nadie abandonará la fiesta hasta que Dina mismo se retire, y éste no parece ir a hartarse pronto de su pequeño convivio.

—Dina, quería preguntarte algo —cuestiona uno de los investigadores. Un joven de ojos grisáceos, el cabello rubio platinado y la mirada calma. Revuelve su copa de vino rosa en una mano, y unas uvas que hay dentro se golpean entre sí, haciendo al líquido saltar—. ¿En dónde está el joven Shouto? —prosigue—. No lo he visto últimamente por ningún sitio.

—Ah —Dina se encoge de hombros, como si fuese esa la última cosa por la que alguien debiera preocuparse—. Parece que al final se ha rebelado contra mi padre. Es muy gracioso, a decir verdad. Mita y yo hemos apostado a ver cuánto tiempo aguanta fuera del castillo.

—Yo escuché que reunió un grupo de guerreros y mercenarios, y entre ellos están Aizawa e incluso ese chico del norte al que llaman Disturbio Rojo. Así que espero que hayas apostado a su favor, mi Señor —suelta otro de los investigadores, un hombre de ojeras amoratadas alrededor de los ojos y cabello abundante de un color opaco. El tono pálido de su piel le hace lucir siempre un poco enfermizo. Como líder del equipo de investigaciones, siempre trabaja de más, a un nivel casi obsesivo que resulta igualmente perturbador y admirable.

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora