IX: Vida familiar

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Extracto de "Mi encuentro con el Señor de los Dragones" de Eneida.
(Libro prohibido, su distribución ha sido vetada y su autora ha fallecido de forma misteriosa. Los ejemplares sobrevivientes permanecen bajo custodia).
Página 3, párrafo 4
"Esto es algo que ha de quedar sumamente claro. Los Todoroki son unos mentirosos. Son unos de los más grandes mentirosos de todas las épocas. No son los únicos, pero sí los peores". 


———


Todoroki se lo ha planteado toda la noche. Y, después, ha pasado la mañana entera intentando determinar cómo podría planteárselo también a Iida. Asume que debería tener el cuidado de no mencionarlo frente a su familia, ya que ellos parecen gente sencilla y amable que no gusta de lidiar con temáticas complicadas. Por lo tanto, supone que se lo dirá cuando le esté acompañando de vuelta a la posada. Iida es un chico responsable y sabe que no dejará a su grupo solo sino hasta que los vea alejarse efectivamente de su ciudad.

Y, sí, tal como predice, después del cálido y familiar desayuno en la cocina-comedor –uno al que Todoroki asiste como si fuese un evento completamente novedoso, pues jamás ha compartido una comida con una familia de esa forma tan... relajada y normal–, Iida se monta el uniforme de caballero, luciendo, a su parecer, perfectamente espléndido en él, y se ofrece a acompañarlo a la posada.

Así que salen de la acogedora casita, Todoroki sintiendo que la extraña de inmediato, y se dirigen hacia dicho establecimiento. El joven Caballero del Dragón no puede evitar lanzar unas miradas de ligera añoranza por encima de su hombro cuando se alejan de la morada.

—Tengo que decir, Tenya —comenta, dirigiendo ahora la mirada a su acompañante—, que no sé qué te habrá llevado a querer distanciarte de eso.

Tenya le ve y parpadea.

—¿"Eso"? —pregunta. Todoroki sonríe.

—Me refiero a esa apacible vida familiar. Si hubiese estado en tu lugar, no estoy seguro de que hubiese podido resistirme a simplemente convertirme en panadero.

Tenya le sonríe de vuelta. Le agrada que su hogar y su familia sean apreciados.

—Shouto, es precisamente por eso que no tuve más opción que convertirme en caballero. Es indispensable que algunas personas tomemos el rol de garantizar que las otras personas puedan conservar esa vida, ¿no lo crees?

Shouto se le queda mirando. Con un demonio. Iida es perfecto.

—Sí, claro —no le quita los ojos de encima—. Tienes toda la razón. Y, bueno, hablando de ello —finalmente desvía la mirada y decide introducir el tema que presiona—, Tenya, estuve pensando anoche, y me gustaría pedirte que nos acompañaras hasta la capital.

Tenya se para en seco. Shouto se detiene un paso por delante y se voltea para mirarle.

—¿Qué ocurre? —inquiere el descendiente de los Todoroki. Sabe bien que no es una petición sencilla, pero tampoco piensa que sea una demasiado estrafalaria. Tenya le mira con atención, parpadeando.

—¿Por qué necesitas que los acompañe?

Shouto se encoge de hombros.

—Me gustaría tener a un hombre con tu experiencia en el camino. Debes haber hecho el viaje hacia la capital decenas de veces, mientras que yo sólo he ido un par cuando era más joven. Además, estoy seguro de que tener a un Caballero de los Pueblos con nosotros sería beneficioso. Podrías facilitarnos el modo de contactarnos con los asistentes del Rey en Farinha. ¿Qué opinas, Tenya, podrás hacerlo?

La verdad es que Todoroki tiene muchas ganas de que Iida le diga que sí. Porque no quiere separarse de él tan pronto, aunque, si llegara a negarse, supone que podría volver a visitarlo en algún momento, ahora que sabe que su base se encuentra en Rasaquan. En realidad, con el equipo que tiene, el viaje no tendría por qué ser dificultoso y en la capital de Farinha basta con su nombre y con su estandarte para que cualquiera le guíe con la gente importante, de modo que la compañía de Iida no es indispensable. Pero él quiere que vaya.

Iida parece pensarlo un momento, desviando la mirada. Todoroki percibe que está a punto de dar sus argumentos en contra. Pero no hay problema, porque él ha preparado contrargumentos para neutralizar lo que sea que él diga.

—Tengo una patrulla ya definida, Shouto, y en un par de días debo dirigirme nuevamente al sur.

—Tenya —le dice con tranquilidad—, por lo que me has contado, la mayor parte de los territorios a tu cargo abarca pequeñas aldeas de la Gente del Bosque, los dos grandes lagos sureños que suelen estar tranquilos y una que otra villa de Caminantes de la Tierra. ¿Realmente cualquiera de ellos causa problemas suficientes como para no poder prescindir de tu presencia por una semana?

Tenya hace un suave gesto con los labios y suspira.

—Sea como sea, Shouto, tengo responsabilidades, no puedo descuidarlas así como así tan sólo por decisión propia. Necesitaría una autorización de alguien superior...

—Escucha —Shouto prácticamente le interrumpe—, Bakugou podría estar en movimiento ahora mismo y eso pondría bajo amenaza a toda la gente que se supone que debes proteger, ¿realmente piensas que hay algo que sea más importante que evitar eso?

Iida frunce el ceño. Desvía la mirada un momento y, tras parecer tener un fuerte debate consigo mismo, finalmente devuelve la mirada al Caballero del Dragón.

—Está bien —acepta—, les acompañaré. En ese caso, debo preparar algunas cosas. Nos vemos en la posada en una hora.

Shouto sonríe.

—Excelente. Gracias, Tenya, te veo ahí —se da la vuelta y se aleja en dirección a la posada.


Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora