(Extra 1) A menos que quieras seguir

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Extracto del "Libro de las Razas" de Darwae. 
Página 97, párrafo 3
"Las Gentes del Bosque de las zonas más al norte del Drom difieren de forma considerable con las Gentes del Bosque de las zonas centro y sur. Su característica más llamativa es la enorme cola que surge de la parte baja de sus espaldas. Es una cola resistente y con una fuerza considerable; un Gente del Bosque del norte enojado puede hacer un daño importante usando esta extremidad adicional. Sin embargo, las colas suelen ser usadas como herramientas para moverse entre los árboles, puesto que esta variación de la raza suele vivir en las copas de los árboles y no sobre el suelo como sus contrapartes centrales y sureñas".

Párrafos 7 y 8
"Se sabe que las colas de la Gente del Bosque del norte son extremadamente sensibles. Están infestadas de transmisores de sensación, lo que supone que pueden sentir con ellas variaciones en la temperatura y la presión, el estado de salud de sus congéneres, estados de ánimo y otros cambios importantes en su entorno. Esta adaptación permite su supervivencia, pero también implica que las colas son imanes para el dolor: Cualquier pequeño golpe o rasguño sobre ellas les genera un sufrimiento intenso.
Por otro lado, las colas son también consideradas un elemento erótico para esta raza. Dada su alta sensibilidad, forman parte importante de todos los juegos sexuales y de seducción que se dan entre ellos. Por este mismo motivo, la cola les genera mucho pudor. No permitirán que otra persona además de su pareja las toque directamente".


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Llegar a Farinha a mitad del Festival de los Diez Días y no unirse a él para Kirishima es como... como que tu madre te prepare tu postre favorito y te niegues tercamente a comerlo. El Festival de los Diez Días es la celebración más grande de todo Drom y en ningún lugar se vive tan intensamente como en Farinha. Bailes, obras de teatro, gastronomía de todos los rincones del reino, disfraces, fiesta, ¡alcohol por montones!

Todoroki no había sumado a sus cálculos el hecho de que iban a llegar a Farinha justamente durante el festival y había lucido bastante irritado ante el hecho. Al final, habían tenido que conformarse con buscar un lugar para dormir y decidir partir al día siguiente hacia el Castillo del Rey, pues hoy había tanta actividad que contactar a cualquier oficial parecía una tarea sencillamente imposible.

Terminaron dividiéndose. Las posadas, como era de esperarse, estaban a rebosar, y de ninguna forma iban a caber todos juntos en una sola.

Kirishima ni siquiera sabe cómo pasó. Golpe de buena suerte, lo llamaría él, pero, de un momento a otro, estaba andando tras Ojiro, buscando la siguiente posada que tuviera un letrero que indicara vacantes por fuera. Kirishima intentó hacerse al indiferente –para parecer interesante–. Pero no le funcionó mucho.

La habilidad de Ojiro de hacerse al indiferente es como del triple que la suya, así que al final Kirishima concluyó que, si no era él el que le hablaba al otro, entonces simplemente se pasarían el resto de la tarde hundidos en un ridículo e incómodo silencio autoimpuesto.

Chasquea la lengua. Al final han hallado un sitio. Un edificio de piedra angosto de cuatro pisos, con un pequeño ático instalado, el cual ha sido adaptado para servir también como habitación. Se accede a éste por medio de una trampilla. El ático tiene dos camas individuales y una sola ventanita al fondo. Dicha ventana, si bien es pequeña, la verdad es que tiene una vista bastante privilegiada. Frente a ella se extiende una larga calle escalonada por la que en aquel momento reptan las que bien podrían ser cientos de personas, al tiempo que lámparas de papel y puestecillos de absolutamente todo lo imaginable adornan cada espacio disponible. Y, al fondo del paisaje visible desde la ventana, el majestuoso Castillo del Rey se levanta como un centinela silencioso, velando por la vida pacífica de la ciudad.

Mi Señor de los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora