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 De repente sonó aquel aparato que Eddie había dicho que se llamaba teléfono celular y se parecía a un espejo oscuro; el objeto emitía una autoritaria, ruidosa y demandante melodía

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 De repente sonó aquel aparato que Eddie había dicho que se llamaba teléfono celular y se parecía a un espejo oscuro; el objeto emitía una autoritaria, ruidosa y demandante melodía. Pat sacó el teléfono de su bolsillo, presionó la pantalla y lo llevó a su oído.

 —Hola, mamá.

 Me aparté para darle privacidad y repasé en mi mente las explicaciones que tenía que darle a Pat. Primero le debería mencionar mi manual, eso sería la base para detallar todos mis otros impedimentos. Él estaba despidiéndose del espejo, supuse que eso lo comunicaba con su madre, de alguna extraña manera. Guardó nuevamente el celular y me observó con un latente sentimiento de decepción.

 —Tengo que irme, lo siento. Mi madre quiere que me pruebe una camisa para el baile. Está esperándome en la sastrería de Herny. Cree que con traje podré hacer amigos. Es el próximo sábado.

 —¿Baile?

 —Sí, el de primavera, pero no quiero ir, no tengo pareja, nunca tuve. Ella quiere que haga el intento, pero lo más probable es que me quede a un costado de la pista como un hombre invisible.

 Levanté mis pulgares, deseándole suerte y esbozando mi mejor sonrisa para ocultar que yo también estaba desilusionado, quería que se quedara. Por fin me pasaba algo bueno, no cabía de la alegría, me ayudaría a enmendar las cosas con mi familia. Mi cabeza bullía de ideas.

 —Dale con todo tigre.

 Pat sonrió a duras penas y comenzó a caminar de espaldas como si temiera que al apartar la vista me volatilizara.

 —Prometo que regresaré, te ayudaré con tu madre y hermana, lo haré, viejo.

 Asentí comunicándole que no dudaba de él, se dio la vuelta y se marchó apresurado. La luz del sol pigmentaba cada cosa como si de repente el mundo fuera dorado. Cuando él estaba lo suficientemente lejos le grité:

 —¡Eh, Chico Invisible!

 Se detuvo en lo alto de una ondulación y volteó.

 —¡Tú también eres mi héroe! —vociferé.

 Aunque estaba lejos pude saber que sonreía porque el halo azul sobre su cabeza brilló con intensidad como una estrella animada en un firmamento oscuro.

 Por más invisible que fuera tenía un color hermoso.    


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Los colores del chico invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora