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 La nieve se había marchado, las flores y los insectos aparecieron otra vez en todo su esplendor

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 La nieve se había marchado, las flores y los insectos aparecieron otra vez en todo su esplendor. El alfombrado del suelo estaba espeso, tupido y era muy verde. Unos insectos de franjas negras y amarillas zumbaban constantemente.

 Pat, o mejor dicho la madre de Pat, estaba nerviosa porque se aproximaba la ceremonia de graduación.

 Faltaban pocos días, yo continuaba en la casa de mi madre, merodeando por allí. Y lo hice hasta que se fueron de vacaciones, parecía que se la iban a pasar bomba porque llevaban tablas de madera lustrada con la forma de un rombo y mayas. Me hubiera gustado estar ahí cuando regresaran, pero algo en mi interior me decía que eso no sería posible.

 Vi cómo empacaron todo y cómo pusieron el auto en marcha. Eddie y Bianca estuvieron conmigo. Observé el automóvil hasta que se perdió de vista, me senté en la acera y me quedé observando ese punto por mucho tiempo, incluso cuando no tenía nada para ofrecerme.

 —Se veían felices —comentó Bianca al cabo de unos soles.

 —Así era ¿No es cierto?

 —No sé, no soy bueno leyendo a la gente, si lo hubiera sido no me habrían matado ¿Verdad? —aportó Eddie.

—Verdad.

—¿Quieres regresar? —propuso Bianca.

Asentí, fui al pasillo de las fotografías y las observé por última vez, era el lugar que antes había sido mi hogar. Finalmente reuní las fuerzas y les dije que estaba listo para irme. Ambos me abrazaron y caminamos juntos hacia la puerta.

Me alejé de esa casa vacía con mi hogar a los costados.   

Los colores del chico invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora