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 —Ese es nuestro chico —musité cuando los veía besarse

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 —Ese es nuestro chico —musité cuando los veía besarse.

 —¡CON LENGUA, PATY! —gritó Eddie alzando un puño—. ¡VAMOS! ¡NIÑO, BESÉ CON MÁS PASIÓN A MI ABUELA!

 —Puaj, eres asqueroso —Bianca se apartó de él.

 Ed me levantó el ánimo. Sonreí, parecía disfrutarlo y apostaba a que no estaba pensando en mi muerte en ese momento.

 Pat y Alicia acomodaron sus cuerpos para que se enfrentaran, se acariciaron como si fueran guardias de seguridad que buscaban drogas en la entrada de un concierto y se besaron aún más. Pero por alguna razón sentí asco, supongo que es mejor protagonizar un beso que presenciarlo.

 ¿Esa cara de lelo había estado siempre en Pat? ¡Por Dios Alicia! ¿Siempre hiciste esos ruidos molestos cuando me besabas?

 —¡Me largo de aquí! —susurré cubriéndome los ojos y sofocando una risa.

 Bianca arrugó con disgusto su rostro cuando comenzaron a hacer más ruido, hizo ademán de arrancarse los globos oculares y huir a ciegas. Eddie bufó porque él quería ver. Nos fuimos los tres, riendo, caminando a tumbos y disfrutando porque se goza de la vida y aún más de la muerte.  

Los colores del chico invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora