Me quedé merodeando por la casa de mi madre sin las fuerzas para irme. El miedo me devoraba y estaba forzando mi caminata lejos de la zona-cuerpo, pero no podía marcharme.
Ella cenó sola, o al menos eso creyó porque yo me senté del otro lado de la mesa y comencé a contarle de mis nuevos amigos, de cómo a Eddie le gustaban las matemáticas y a Bianca bailar y ver a hombres en los vestidores. Pero cuando el pánico pudo conmigo me marché. La besé en la mejilla sin que ella lo notara, le prometí que no sería una despedida y que trataría de ayudarla, pero ya no se me ocurría cómo. De momento yo parecía necesitarla más que ella a mí.
Ya pensaría qué hacer al respecto.
Por el momento le prometí que volvería y le dije antes de irme lo que siempre solía repetirle cuando ella llegaba, sólo que esa vez fue al revés:
—Bienvenida a la fiesta.
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Los colores del chico invisible
Teen Fiction🔸Historia de capítulos cortos🔸 Clay tenía todo lo que un adolescente de quince años podía soñar: una familia encantadora, una novia que era su mejor amiga, buen promedio, desempeño físico y un futuro por delante. Pero el mundo le tenía guardado u...