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Cuando abrí los ojos estaba en un lugar con mucha agua

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Cuando abrí los ojos estaba en un lugar con mucha agua... era... ancho, con corrientes. Estaba flotando. El cielo era gris y el agua se veía negra, una bola de fuego... el sol, claro, era el sol, florecía en el horizonte. Traté de recordar cómo había llegado allí pero no podía encontrar la respuesta.

Nadé hacia la orilla, me dolía el pecho. Sobre mi cabeza había un puente que era surcado por cosas metálicas que despedían humo negro. El suelo eran extrañas rocas duras y filosas, pero pequeñas, eran guijarros. Eso me dio ganas de llorar. Todo me provocaba tristeza.

Comencé a caminar sin rumbo aparente, perdido. Estuve mucho tiempo caminando y viendo cosas, personas juntando sus labios, susurrando palabras en los oídos, tomándose de las manos, riéndose, lluvia cayendo, luces sintéticas, animales plumosos que surcaban el cielo, extraños aparatos. Sólo me molesté en sentir y ver los colores. Porque todo tenía colores.

Y los sonidos tenían texturas y las texturas tenían sabores. Las personas cargaban colores. El mundo había dejado de ser palabras.

Los colores del chico invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora