Capítulo 37. El furby diabólico.

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Se despertó tal y como se había dormido: con la mano dentro de sus bragas. El estado de excitación con el que había llegado a su casa no permitió un atisbo de duda, se deshizo de su ropa empapada del olor de Alba Reche, se tumbó en la cama y se masturbó con los labios de la rubia ocupando cada rincón de su mente. Se corrió en un minuto, no le daba el cuerpo para más. El resto de veces había lanzado su mente hacia la cadera inquieta de la chica que se rozaba contra ella sin compasión. Al verla bailar debería haberse imaginado lo bien que la tenía que mover en otros contextos. Era una locura, y se abofeteó mentalmente por no haberse atrevido a atrapar su fantástico culo entre sus manos. Aunque de haber sido así no habría podido apagar el fuego que esto le habría provocado. 

¿Y qué tenía eso de malo? 

Nada. 

Era su mente, su absurda mente asustada por llegar a sentir demasiado, demasiado fuerte, demasiado intenso. Tenía la sensación de que acostarse con Alba iba a añadir unas cuantas pelotas más al montón, y ella no era tan buena haciendo malabares. No quería que ninguna cayera al suelo, pues detestaba la idea de herir a la fisio con sus escudos de protección. Eso sí que no lo iba a permitir. No estaba dispuesta a dar pasos hacia atrás, era la última persona en el mundo que se lo merecía. No hacía otra cosa que cuidarla, y ahora era su turno de cuidarla a ella y salvarla de su estúpido miedo. Tenía que espabilar, Alba Reche era un cometa y había que pedir el deseo antes de que se desvaneciera en el cielo estrellado. 




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Alba Reche se levantó con un peso que ya no recordaba sobre los hombros. Antes de dormir se había encargado de deshacer el nudo que la cantante le había dejado entre las piernas y se había dormido con una sonrisa. Pero la mañana siguiente su subconsciente se había encargado de dinamitar esa sensación. 

La noche anterior no había sentido la reacción de Natalia como un rechazo, mentalizada como estaba de que aún era pronto para dar un paso más, pero la noche y los sueños turbios le habían dejado en el alma un poso de pesadumbre. Pensaba que ya se había desvanecido, pero allí estaba de nuevo, atacando un recuerdo fantástico y distorsionándolo hasta convertirlo en algo amargo. 

Tras el affaire con Virginia y los pasos que estaba dando en su relación física con Natalia creía que esa inseguridad sexual se había desvanecido: no había vuelto a hacer acto de presencia. Pero la negativa de la cantante para continuar lo que habían empezando en el sofá volvió a traerla de vuelta. Sabía, si lo pensaba fríamente, que no había sido tal, pero a veces el maldito cerebro juega en nuestra contra depositando semillas de malas hierbas. 

Sentirse deseada

Hacía unas horas había sentido que Natalia paraba en contra de su voluntad por su pánico a precipitarse, pero ahora esa escena se había desdibujado y había adquirido un tinte dramático que se le pegaba al paladar. ¿Y si el problema era que la morena no la deseaba, al igual que no la había deseado su ex? 

Deja de decir estupideces, Reche, te estaba empujando las caderas mientras te decía que pararais

Pero no importaba, la sensación ya se había aposentado en sus tripas y le había quitado toda la alegría con la que se había dormido. 


*Natalia*

Hola baby bella

Qué haces? 

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