- Buenos días, Martukilami -saludó con una gran sonrisa.
- Buenos días, Nataliuca. ¿Ya no me cantas? -puso un puchero.
- Se me están acabando las canciones chorras, tía.
- A ver si lo que te pasa es que tienes la cabeza llena de otra cosa -dijo con sorna.
- Pues igual sí que es eso, sí -sonrió con cierta vergüenza.
- Ay, mi madre -se llevó una mano al pecho.
- ¿Aún no asimilas?
- Yo eso no lo voy a asimilar ni el día que os caséis.
- Eh, eh, relaja, ¿casarse?
- Natalia, cuanto antes asumas tu futuro matrimonio con Alba Reche, mejor para todas.
- No asumo estar morreándome con ella, como para asumir un matrimonio. ¡NO ME AGOBIES, MARTA!
- A mí me vendría bien veros morreandoos, ya sabes, solo para aceptar y seguir con mi vida.
- Hablaré con tu jefa.
Y la jefa apareció, con su diminuta coletita, una bandana en el pelo, la sonrisa de postal y su uniforme negro. Esa cara no es de este mundo, de verdad que no.
- Llegas tarde, Lacunza -sonrió aun más, acercándose y pasándole una mano por la espalda.
- Me han entretenido unas fans viniendo para acá, perdón.
- No pasa nada, yo creo que a partir de la semana que viene solo vas a venir dos días por semana -se despidió de Marta y emprendieron el camino a la sala.
- Nooooo, ¿por qué? -se quejó lastimosamente.
- Esta es la sexta semana de tratamiento, solo quedan tres y la tendinitis va muy bien -entró en la sala y dejó la puerta abierta para que la cantante pasara. Se sentó en la camilla y Alba cogió una de las cremas-. Además, tengo una buena noticia para ti.
- No me has dado ni un beso, ya puede ser una noticia cojonuda -frunció el ceño fingiendo enfado.
- ¿No quedamos en que ibas a ser tú quien llevara los tiempos? -elevó una ceja y caminó hacia ella.
- Albi, a ver cómo te lo digo sin ser demasiado bruta... -se quedó pensando-. Me has comido el coño, creo que el hecho de que te aventures a darme un beso no va a hacerme hiperventilar a estas alturas.
- JAJAJAJAJAJAJAJAJA, ahí tengo que darte la razón. Entonces, ¿ya tengo vía libre? -dijo con tonito insinuante, colocándose ente sus piernas.
- Toda tuya -y se señaló el cuerpo antes de poner las manos en su cintura.
- No me digas eso, Nat, que una no es de piedra -le dio un besito húmedo en la mejilla.
- No te miento si digo que me pone mucho la idea de zorrear en la sala -le devolvió el beso en la barbilla. Alba le pasó las manos por el cuello.
- Te pone, ¿qué? -le cogió el labio inferior con los suyos.
- Ya sabes -ronroneó en su boca, pasando la lengua por sus labios.
- Dilo -exigió, y eso hizo que la morena sintiera un trueno entre las piernas. Jodida mandona, me vas a matar de deshidratación.
- Cachonda -y Alba, excitadísima, se lanzó a por su boca.
Una batalla cuerpo a cuerpo sin calentamiento, pues ya llevaban el calentón de serie. Se mordieron los labios, se desquiciaron con las lenguas y se recorrieron los cuerpos. Natalia puso las manos en el culo de la fisio y ambas gimieron; no estaba claro a quien de las dos le gustaba más. La morena apretó, se había dado cuenta de que eso ponía frenética a la rubia y ella era una chica que aprendía rápido. Alba metió las manos por dentro de su camiseta hasta cubrirle las tetas con ellas y rozar con las palmas sus pezones endurecidos. Natalia llevó las manos a las de Alba y con ellas hizo que las apretara. Se les trabaron las respiraciones y pareció realmente que se fueran a comer. Estaban a punto de estallar. La rubia se separó a duras penas.
ESTÁS LEYENDO
La sala de los menesteres
FanfictionAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...