Capítulo 114. No te echo de menos.

36K 1.3K 1.2K
                                    

----------------------------------------------------------------

Abro los ojos entre la penumbra, preguntándome: ¿dónde estoy? No hay absoluta oscuridad y empiezo a distinguir algunas cosas... Pero ¿qué llevo puesto? ¿es un antifaz? Y, ¿estoy en... ropa interior, sobre una camilla? ¿Cómo coño he llegado aquí?

Intento incorporarme en busca de respuestas, pero no puedo. Unas correas tienen inmovilizadas mis muñecas. Estoy empezando a asustarme. 

¡¿Qué coño es todo esto?! Tiro más fuerte, intentando liberarme, hasta que escucho una voz entre las sombras.


- Las he apretado a conciencia. No van a soltarse.

- ¿Al... Alba? ¿Eres tú? -pregunto, buscándola con la mirada, mientras siento una punzada de alivio al oír su voz. 

- Bienvenida a mis dominios, señorita Lacunza. Me temo que Alba no va a tener el placer de acompañarnos -dice, haciéndose visible frente a mí. 


¿Qué? Y la miro desconcertada de arriba a abajo. Lleva un antifaz oscuro cubriéndole la cara, que, por cierto, le sienta genial ese aire misterioso. Va a juego con un crop top negro de tirantes que deja ver su precioso escote y ese vientre plano, perfecto. Pero lo más peligroso de mirar son esos shorts negros ajustadísimos que lleva, con unas correas de cuero que salen de su cintura y que le amarran la parte superior de los muslos, a modo de liguero.

Enmudezco, está... impresionante, jodidamente, impresionante. 


- ¿Qué es todo esto, Alba? ¿A qué estás jugando? -pregunto con curiosidad y creo que con un ligero miedo. 

- Es fácil. Estás atada a una camilla, semidesnuda... ¿Crees que quiero jugar al parchís?


Jigir il pirchis... Qué graciosa... 


- ¿Parchís? No sé... ¿Vas a comerme? -pregunto, provocándola. 

- Umm, con suerte, puede que algo peor... -y me acaricia el vientre con las uñas, mientras el vello de mi piel, completamente erizado, roza el cuero de la camilla. 


Es raro, la noto rara. No parece la misma de siempre, pero me tiene tan expectante todo este ambiente que está creando para mí, me genera tanta curiosidad... 


- ¿Cómo he llegado aquí? Y... ¿por qué llevamos un antifaz?

- ¿No lo recuerdas, cariño? No deberías beber tanto... Pero, tranquila, me aseguraré de que no olvides nada de lo que queda de noche. Respecto a las máscaras, son parte del juego, lo hacen más interesante, ¿no crees? -y juguetea rozando el filo de mi sujetador. Está jugando sucio, muy sucio. 

- Eh... Me gusta tu look -digo titubeando, en un intento de llamar su atención. Quiero desestabilizar ese papel de reina dominante en el que se ha metido-. ¿Qué eres, una de esas zorras... que van por ahí con un látigo, castigando? Igual debería tenerte miedo, ¿no? ¿Me vas a preguntar si he sido una chica mala? -pregunto, burlándome. 

- ¿Acaso has sido buena alguna vez? -y coloca su mano entre mis piernas, por encima de la ropa interior.


A mí se me corta la respiración de un golpe y me tenso como un cable de acero.


- ¿Zorra? No me gusta ese vocabulario. Será mejor que me hables con respeto. Además, haces muchas preguntas. ¿Sabes cómo me gustas más a mí?

La sala de los menesteresМесто, где живут истории. Откройте их для себя