Capítulo 94. Un día chachi.

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<Natalia.Lacunza ha añadido una nueva publicación>

El cuadro del atardecer recién colgado junto al dibujo que un día le hizo Alba con Queen encima mientras las dos gatitas dormían en su sofá. Una frase muy pequeñita: mis bebés. 


Alba le dio like. Se quedó pensando si no era una estupidez, a esas alturas, tener una cuenta paralela. Cerró sesión, entró con la verdadera, quitó la silenciación de sus historias y sus publicaciones y volvió a darle like. 


Natalia, a apenas un kilómetro de allí, recibió ese like desde la cuenta personal e intransferible de Alba Reche como un certificado, como un sello de calidad que validaba su restablecida relación. 

Una pena que no se le pudiera dar like a un like. 




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- Yo iba detrás y conducía Ici, que en aquella época era la mitad de pequeña que yo y tenía unos bracitos como alambres. Cuesta abajo, sin casco y pobres de frenos. El manillar de la moto que empieza a vibrar, a girar de un lado al otro cada vez más fuerte e Ici que no se hacía con el control -imitaba los gestos con las manos y las demás reían-, hasta que la rueda se puso en perpendicular y las dos saltamos por encima. Bien de suelo que comimos, joder, qué hostia nos pegamos. 

- Deberías hacer anuncios sobre seguridad vial contando esa anécdota en la que TODO ESTÁ MAL -comentó Sabela con una sonrisa. 

- Teníamos trece o catorce años. Me pasa ahora y me rompo la cadera -rió por la nariz-. Y esa, queridas amigas, es la historia de esta cicatriz -se tocó la frente. 

- Eres la niña que sobrevivió -le dijo Alba con sorna. 

- Que hagas referencias a Harry Potter me hace tan feliz... -se puso Natalia una mano en el pecho y cerró los ojos. 

- Soy una Slytherin -y sacó bola. 

- Tía, ¿de los malos? -preguntó Julia. 

- ¿Los malos? ¿Qué tiene de malo ser inteligente y ambicioso? Es que flipo. 

- Nos olvidamos de lo de los sangre sucia, ¿no? -repuso Afri. 

- ¡ESOS SOLO ERAN UNOS CUANTOS RADICALES! 

- Alba Reche habla pársel -canturreó Marta. 

- Que os follen. Sois todas unas Hufflepuff. 

- OYE, OYE, TE RELAJAS -levantó las manos Julia. 

- PELEA, PELEA -aplaudía la Mari. 


Natalia observaba el intercambio friki, que estaba derivando en un jaleo monumental, con una sonrisa de oreja a oreja. Sus chavalas, joder. 


- ¿Y tú de qué te ríes? -le espetó Alba. 

- De esta fantasía de conversación -se reclinó en su asiento y pasó el brazo por el respaldo de la silla de Marta para poder mirar a la rubia por detrás de su espalda. 

- Si no fuera por ti estaría muy perdida -admitió. 

- Mi mejor obra. 

- Pues tienes una entre manos bastante gorda -dijo, refiriéndose a la fábrica. 

La sala de los menesteresWhere stories live. Discover now