Recogieron la casa e hicieron las maletas, aunque más bien se limitaron a volver a meter lo que se habían puesto. Si Alba hubiera deshecho la suya al llegar, muy probablemente tendría que haber empezado a llenarla antes de la hora de comer.
La fisio se giró antes de salir y echó un vistazo a aquella casa. No terminaba de creerse todo lo que había cambiado desde que entró por aquella puerta hasta ese momento en el que salía. Llegó con Natalia Lacunza y se iba con su chica. Una sonrisa tonta se le dibujó en la cara.
Cuando salieron del ascensor se tropezaron con un vecino. Maldita maleta gigante.
- Perdone, es que la maleta de mi chica es más grande que ella -se disculpó Natalia.
Llamaron a un taxi que las acercó a la estación de Sants, y de nuevo el problema de la maleta para subirla al maletero.
- Parece que mi chica ha metido un cadáver dentro -se rió de ella junto al taxista.
Se encaminaron hacia su andén y la rubia buscó en su bolso los billetes, que tenía a su cargo. No los encontraba por ninguna parte.
- Disculpe, es que mi chica es un poco anticuada, tengo los billetes en el correo electrónico. Un segundo.
Los encontró, pasaron el control y subieron al tren. Se sentaron en sus asientos y se cogieron de la mano. Natalia echaba flores y purpurina por los ojos.
- Te ha faltado decirle a ese señor de allí que soy tu chica -rió entre dientes la rubia.
- ¡Es mi chica! -dijo no muy alto, pero tampoco en voz baja. La madre que la parió, qué vergüenza.
- Natalia, por favor te lo pido -apretó su mano intentando controlar la risa y el bochorno.
- Deja a las personas disfrutar de las cosas, Albi -se mordió el labio para controlar su sonrisa, que se le derramaba por todas partes, y la besó.
- No podemos pasar de estar escondiéndonos a que lo publiques en el Hola.
- Esta mañana, mientras esperaba a que te despertaras, he tenido que hacer un esfuerzo titánico para no subir a mi insta la foto que nos hicimos ayer.
- Pero qué la pasa -dijo sorprendida.
- ¿No te ha pasado nunca que estás tan feliz que te apetece gritarlo a los cuatro vientos aunque no le importe a nadie?
- Me lleva pasando desde que te conocí -le acarició la mejilla-. Pero eres una famosa -dijo con disgusto- y tengo que pensar en la mierda de las consecuencias por las dos, ya que tú no lo haces -le clavó un dedo en el hombro con sorna.
- Lo siento -puso un puchero-. Desde que me conociste, ¿eh? -movió las cejas.
- Desde que te vi entrar por la puerta de la sala. ¿Sabes lo que pasa y que es súper injusto para mí?
- Dime -apoyó la cabeza en su hombro.
- Que te estoy dejando a ti el papel de romántica por la vaina esta de que tú marques los tiempos, y yo quedo como una estirada con más cabeza que corazón.
- ¿A qué te refieres?
- Es como si tuviera miedo a asustarte si me dejo llevar.
- Yo no me achanto -hinchó el pecho con suficiencia.
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La sala de los menesteres
FanfictionAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...