Capítulo 62

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SESENTA Y DOS

SESENTA Y DOS

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Narra Hannah.

-¡Dijiste que ya habías descifrado el enigma! -exclamó Hermione indignada.

-¡Baja la voz! Sólo me falta... afinar un poco, ¿de acuerdo?- le dije.

Estábamos ocupando un pupitre justo al final del aula de Encantamientos. Aquel día tenía que practicar lo contrario del encantamiento convocador: el encantamiento repulsor. Debido a la posibilidad de que ocurrieran desagradables percances cuando los objetos cruzaban el aula por los aires, el profesor Flitwick había entregado a cada estudiante una pila de cojines con los que practicar, suponiendo que éstos no le harían daño a nadie aunque erraran su diana. No era una idea desacertada, pero no acababa de funcionar. La puntería de Neville, sin ir más lejos, era tan mala que no paraba de lanzar por el aula cosas mucho más pesadas: como, por ejemplo, al propio profesor Flitwick.

-Olvídense por un minuto del huevo ese, ¿quieren? -susurré, mientras el profesor Flitwick, con aspecto resignado, pasaba volando por su lado e iba a aterrizar sobre un armario grande-. Lo que quiero es hablaros de Snape y Moody...

Aquella clase era el marco ideal para contar secretos, porque la gente se divertía demasiado para prestar atención a las conversaciones de otros. Durante la última media hora, en episodios susurrados, yo les había relatado mi aventura de la noche anterior.

-¿Snape dijo que Moody también había registrado su despacho? -preguntó Ron con los ojos encendidos de interés, mientras repelía un cojín con un movimiento de la varita (el almohadón se elevó en el aire y golpeó contra el sombrero de Parvati, el cual fue a parar al suelo-. Esto... ¿crees que Moody ha venido a vigilar a Snape además de a Karkarov? 

-Bueno, no sé si eso es lo que Dumbledore le pidió hacer, pero desde luego es lo que está haciendo -dijo Harry, moviendo la varita sin prestar mucha atención, de forma que el cojín se precipitó del pupitre al suelo

- Moody dijo que si Dumbledore permitía a Snape quedarse aquí era por darle una segunda oportunidad... - dije en voz baja.

-¿Qué? -exclamó Ron, sorprendido, mientras su segundo almohadón salía por el aire rotando, rebotaba en la lámpara del techo y caía pesadamente sobre la mesa de Flitwick-. Hannah... ¡a lo mejor Moody cree que fue Snape el que puso tu nombre en el cáliz de fuego!

-Vamos, Ron-dijo Hermione, escéptica-, ya creímos en cierta ocasión que Snape intentaba matar a Harry, y resultó que le estaba salvando la vida, ¿recuerdas?

Mientras hablaba, repelió un cojín, que se fue volando por el aula y aterrizó en la caja a la que se suponía que estaban apuntando todos. Harry miró a Hermione, pensando... Era verdad que Snape le había salvado la vida en una ocasión, pero lo raro era que no había duda alguna de que Harry lo odiaba, lo odiaba tal como había odiado a nuestro padre cuando estudiaban juntos. Le encantaba quitarnos puntos a Gryffindor por nuestra causa, y nunca había dejado escapar la ocasión de castigarnos, e incluso de sugerir que nos expulsaran del colegio.

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora