Capítulo 135 (Parte 2)

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CIENTO TREINTA Y CINCO

CIENTO TREINTA Y CINCO

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Una figura larga y ciceante se arrastraba por los jardines de Hogwarts, viendo el suelo como estuvieran dentro de la serpiente, escuchando a Voldemort hablarle como si estuviera en peligro.

—La serpiente, es la serpiente—dijeron Hannah y Harry cuando volvieron del trance.

—¿Tenemos que ir por la serpiente?—preguntó Blease con terror en rostro—Odio las serpientes.

—Te entiendo, compadre—Ron se acercó al moreno, dando leves palmadas en su espalda—. Yo odio las arañas.

—¡Debe de haber sido el Fuego Maligno! —gimoteó Hermione, interrumpiendo sin apartar la vista de la pared donde en un momento estaba las puertas de la sala de menesteres.

—¿Qué?

—El Fuego Maligno, o fuego maldito, es una de las sustancias que destruyen los Horrocruxes, pero jamás me habría atrevido a utilizarlo, es muy peligroso. ¿Cómo habrá sabido Crabbe...?

—Deben de habérselo enseñado los Carrow—dijo Blease con desprecio.

—Pues es una lástima que no prestara atención cuando explicaron qué se tenía que hacer para detenerlo —dijo Ron, que tenía el pelo chamuscado, igual que Hermione, y la cara tiznada—. Si no hubiera intentado matarnos a todos, lamentaría que haya muerto.

—Pero ¿no se dan cuenta? —susurró Hermione—. Eso significa que si atrapamos a la serpiente...

Pero no terminó la frase, porque el pasillo se llenó de gritos y berridos, y de los inconfundibles ruidos de un combate de duelistas. Hannah echó un vistazo alrededor y sintió que el corazón se le paraba: los mortífagos habían penetrado en Hogwarts. Fred y Percy acababan de aparecer en escena, luchando contra sendas figuras con máscara y capucha.

Los cuatro amigos, junto con Blease y Draco acudieron rápidamente en su ayuda; salían disparados chorros de luz en todas las direcciones, y el tipo que peleaba con Percy se retiró a toda prisa; le resbaló la capucha y los chicos vieron una protuberante frente y una negra melena con mechones plateados...

—¡Hola, señor ministro! —gritó Percy, y le lanzó un certero embrujo a Thicknesse, que soltó la varita mágica y se palpó la parte delantera de la túnica, al parecer aquejado de fuertes dolores—. ¿Le he comentado que he dimitido?

—¡Bromeas, Perce! —gritó Fred al mismo tiempo que el mortífago con quien peleaba se derrumbaba bajo el peso de tres hechizos aturdidores. Thicknesse había caído al suelo y le salían púas por todo el cuerpo; era como si se estuviera transformando en una especie de erizo de mar. Fred miró a Percy con cara de regocijo—. ¡Sí, Perce, estás bromeando! Creo que es la primera vez que te oigo explicar chistes desde que...

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyWhere stories live. Discover now