Capítulo 25

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VEINTICINCO

VEINTICINCO

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El profesor Lupin no estaba en el aula cuando llegaron a su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Todos se sentaron, sacaron los libros, las plumas y los pergaminos, y estaban hablando cuando por fin llegó el profesor. Lupin sonrió vagamente y puso su desvencijado maletín en la mesa. Estaba tan desaliñado como siempre, pero parecía más sano que en el tren, como si hubiera tomado unas cuantas comidas abundantes.

—Buenas tardes —dijo cuando estaba frente a los chicos—. ¿Podrían, por favor, meter los libros en la mochila? La lección de hoy será práctica. Sólo necesitan las varitas mágicas.

La clase cambió miradas de curiosidad mientras recogía los libros. Nunca habían tenido una clase práctica de Defensa Contra las Artes Oscuras, a menos que se contara la memorable clase del año anterior, en que el antiguo profesor había llevado una jaula con duendecillos y los había soltado en clase.

—Ahora —ordena el profesor Lupin, llamando la atención del fondo de la clase, donde no había más que un viejo armario en el que los profesores guardaban las togas y túnicas de repuesto. Cuando el profesor se acercó, el armario tembló de repente, golpeando la pared dando temor a algunos. —Fascinante ¿No creen? ¿Alguien podría adivinar qué hay dentro?

—Es un boggart, señor—respondió Dean

—Bien dicho, Sr. Thomas. ¿Alguien puede decirme qué es un boggart?

—Nadie lo sabe— respondió Hermione

—Los boggart cambian de forma—continuó Hannah—, se convierten en lo que más teme una persona. Por eso son tan a...

—Tan atemorizantes, sí. Por suerte, existe un hechizo muy sencillo para enfrentar a un boggart, vamos a practicarlo sin varas por ahora. Repitan Riddikulus,

—¡Riddikulus!— dijeron todos.

—Muy bien, díganlo claro, así ¡Riddikulus!

—Está clase es ridícula— dijo Draco al fondo del aula, llamando la atención de Hannah, quien volteó para verlo y estaba recargado en una de las columnas junto a sus amigos.

—Bien—dijo el profesor Lupin—. Muy bien. Pero me temo que esto es lo más fácil. Como ven, la palabra sola no basta. Y aquí es donde entras tú, Neville.

El armario volvió a temblar. Aunque no tanto como Neville, que avanzaba como si se dirigiera a la horca.

—Tu puedes, Neville — lo animó Hannah haciendo que el chico sonría un poco pero su miedo seguía.

—Bien, Neville—prosiguió el profesor Lupin—. Empecemos por el principio: ¿Qué te atemoriza más?—Neville movió los labios, pero no dijo nada— Perdona, Neville, pero no he entendido lo que has dicho —agrega, sin enfadarse.

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora