Capítulo 1

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UNO

En una noche fría y más oscura que nunca, en un barrio, en una calle llamada Privet Drive. Un búho vuela sobre el cartel de la calle, sentándose sobre él, y mirando a todos lados, inspeccionando que no haya nadie, para luego salir volando, de pronto, un misterioso hombre de edad avanzada que aparece caminando de la nada. Se detiene en el comienzo de la calle, saca de entre su bolsillo, un dispositivo mecánico y apaga todas las luces de las farolas que alumbraban el barrio.

Se queda un rato inspeccionando que no hubiesen moros en la costa, pero su concentración es interrumpida cuando el maullar de un gato se hace presente en la silenciosa calle. El hombre anciano, Albus Dumbledore, mira hacia abajo viendo a un gato de rayas que estaba sentado sobre una cornisa de ladrillo.

—Debería haber sabido que estaría aquí, profesora McGonagall —murmuró Dumbledore suavemente, girando su cabeza, mirando al gato.

El gato lo mira, acompañado de un maullido, para luego caminar hacia el Albus, comenzando a cambiar su aspecto y transformarse en una mujer.

—Buenas noches, profesor Dumbledore-la mujer, se acercó rápidamente al hombre—¿Son ciertos los rumores, Albus?— Pregunta mientras se acomodaba sus gafas.

—Me temo que sí, profesora. Lo bueno y lo malo.

—¿Y los pequeños?

—Hagrid los está trayendo justo en este momento.

—¿Cree que es prudente confiarle a Hagrid, algo tan importante como ésto?

Dumbledore soltó un suspiro, mirando a McGonagall con serenidad.

—Ah, profesora, le confiaría a Hagrid mi vida.

El sonido de un motor que resonaba en los cielos, hizo que los dos profesores miraran hacia arriba para luego ver una bola de luz que poco a poco se acercaba, una moto voladora, descendía desde el aire. Aterrizó en la calle y se detuvo frente a los profesores. Un hombre grande, semi gigante y robusto, se bajó de la moto con dos bultos envueltos en una manta los cuales les cabía en la palma de su mano, el gigante se quitó las gafas para luego dirigirse a los profesores.

―Profesor Dumbledore, señor. Profesora McGonagall― saluda con su voz gruesa a cada uno.

―¿No hubo problemas, Hagrid?― preguntó Albus mirando al gigante con curiosidad

―No, señor. Ambos se durmieron justo cuando estábamos volando sobre Bristol, trate de no despertarlos.

Hagrid le entrega dos bebés en una manta por encima directo en los brazos de Dumbledore.

―Albus ¿de verdad crees que es seguro, dejarlos con estas personas?―pregunta McGonagall mirando las fachadas de las casas―. He estado observando los todo el día y son la peor clase de muggles que se puede imaginar. Ellos son en realidad...― no pudo terminar de hablar ya que fue interrumpida por Dumbledore.

―Es la única familia que tienen―se detiene frente a una casa.

―Estos niños serán famosos. No habrá un niño en nuestro mundo que no sepa sus nombres.

―Exactamente. Es mejor crecer lejos de todo eso. Hasta que estén listos―Albus se acerca a la puerta y los pone en el suelo. Hagrid hace un sollozo para luego aclararse la garganta - Hagrid, no es un adiós, después de todo ―el gigante asiente con la cabeza.

Dumbledore lleva una carta y la coloca sobre los bebés, que estaban al pie de la puerta. Uno de los bebés tiene una cicatriz en forma de rayo en su frente. -Buena suerte ... Harry y Hannah Potter- los miran por última vez y se marchan.


Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyМесто, где живут истории. Откройте их для себя