Capítulo 29

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VEINTINUEVE.

VEINTINUEVE

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Narrador.

Al día siguiente, Hannah se despertó muy temprano. Tan temprano que todavía estaba oscuro. El resto de las chicas aún dormían. Hannah tanteó en busca de su despertador y lo miró: eran las cuatro y media. Se volvió a recostar, se dio la vuelta y procuró volver a dormirse.

Pero una vez despierta fue difícil olvidar el ruido de los truenos que retumbaban por encima de su cabeza, los embates del viento contra los muros del castillo y el lejano crujir de los árboles en el bosque prohibido.

Unas horas después se hallaría allí fuera, en el campo de quidditch, batallando en medio del temporal. Finalmente, renunció a su propósito de volver a dormirse, se levantó, se vistió, cogió su Nimbus 2.000 y salió silenciosamente del dormitorio.

Cuando Hannah abrió la puerta algo le rozó la pierna. Y en ese mismo instante la puerta del domeritorio de los chicos fue abierta haciendo que corriera hacia la puerta pero Harry se agachó con el tiempo justo de coger a Crookshanks por el extremo de la cola peluda y sacarlo a rastras.

—¿Sabes? Creo que Ron tiene razón sobre ti —le dijo Harry receloso —. Hay muchos ratones por aquí. Ve a cazarlos. Vamos — añadió, echando a Crookshanks con el pie, para que bajara por la escalera de caracol-. Deja en paz a Scabbers.

—¿No puedes dormir?— pregunté Hannah.

—Me despertó Peeves, sopló mi oído — respondió Harry molesto — ¿Y tu?

—Crott volvió a escapar — dijo Hannah preocupada, Harry resopló asombrado.

—-Tendremos que buscarlo después del partido.

—Al final... iré yo a jugar—dice ella, intentando no sonar nerviosa a causa de la lluvia.

El ruido de la tormenta era más fuerte en la sala común. Hannah y Harry tenían demasiada experiencia para creer que se cancelaría el partido. Los partidos de quidditch no se cancelaban por nimiedades como una tormenta.

Sin embargo, empezaban a preocuparse. Wood les había indicado quién era Cedric Diggory en el corredor; Diggory estaba en quinto y era mucho mayor que ellos. Los buscadores solían ser ligeros y veloces, pero el peso de Diggory sería una ventaja con aquel tiempo, porque tendrían muchas menos posibilidades de que el viento le desviara el rumbo.

Los hermanos pasaron ante la chimenea las horas que quedaban hasta el amanecer. De vez en cuando uno se levantaba para evitar que Crookshanks volviera a escabullirse por la escalera que llevaba al dormitorio de los chicos. Al cabo de un tiempo les pareció a ambos que ya era la hora del desayuno y se dirigieron ellos solos hacia el retrato.

—¡Los guardianes, malandrines! — los retó sir Cadogan.

—«Cállate ya» contestó Harry, bostezando.

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyWhere stories live. Discover now