Capítulo 47

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CUARENTA Y SIETE

CUARENTA Y SIETE

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-Qué emoción - dijo Hannah - ¿Estás emocionado, Ron? - le preguntó a su amigo que estaba emocionado. 

-Tu que crees - dijo Ron ahogando un chillido. Los jefes de las casas colocaban a sus alumnos en filas - además quiero...

-Weasley, ponte bien el sombrero -le ordenó la profesora McGonagall a Ron-. Patil, quítate esa cosa ridícula del pelo.

Parvati frunció el entrecejo y se quitó una enorme mariposa de adorno del extremo de la trenza. 

-Seguidme, por favor -dijo la profesora McGonagall-. Los de primero delante. Sin empujar...

Bajaron en fila por la escalinata de la entrada y se alinearon delante del castillo. Era una noche fría y clara. Oscurecía, y una luna pálida brillaba ya sobre el bosque prohibido. Hannah, de pie entre Ron y Hermione en la cuarta fila, vio a Dennis Creevey temblando de emoción entre otros alumnos de primer curso. 

-Son casi las seis -anunció Ron, consultando el reloj y mirando el camino que iba a la verja de entrada-. ¿Cómo pensáis que llegarán? ¿En el tren?

-No creo -contestó Hannah.

-¿Entonces cómo? ¿En escoba? -dijo Harry, levantando la vista al cielo estrellado.

-No creo tampoco... no desde tan lejos...

-¿En traslador? -sugirió Ron-. ¿Pueden aparecerse? A lo mejor en sus países está permitido aparecerse antes de los diecisiete años.

-Nadie puede aparecerse dentro de los terrenos de Hogwarts. ¿Cuántas veces lo tengo que decir? -exclamó Hannah perdiendo la paciencia.

Escudriñaron nerviosos los terrenos del colegio, que se oscurecían cada vez más. No se movía nada por allí. Todo estaba en calma, silencioso y exactamente igual que siempre. Hannah y Harry empezaban a tener un poco de frío y se pegaron un poco, Hannah confió en que se dieran prisa. Quizá los extranjeros preparaban una llegada espectacular... Recordó lo que había dicho el señor Weasley en el cámping, antes de los Mundiales: «Siempre es igual. No podemos resistirnos a la ostentación cada vez que nos juntamos...»

Y entonces, desde la última fila, en la que estaban todos los profesores, Dumbledore gritó:

-¡Ajá! ¡Si no me equivoco, se acercan los representantes de Beauxbatons!

-¿Por dónde? -preguntaron muchos con impaciencia, mirando en diferentes direcciones.

-¡Por allí! -gritó uno de sexto, señalando hacia el bosque.

Una cosa larga, mucho más larga que una escoba (y, de hecho, que cien escobas), se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose cada vezmás grande.

-¡Es un dragón! -gritó uno de los de primero, perdiendo los estribos por completo.

-No seas idiota... ¡es una casa volante! -le dijo Dennis Creevey.

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyWhere stories live. Discover now