Capítulo 72

4.1K 210 111
                                    

SETENTA Y DOS

SETENTA Y DOS

Йой! Нажаль, це зображення не відповідає нашим правилам. Щоб продовжити публікацію, будь ласка, видаліть його або завантажте інше.



Hannah y Harry volvieron la vista al frente viendo la cocina, una estancia grande y tenebrosa con bastas paredes de piedra, no era menos sombría que el vestíbulo. La poca luz que había procedía casi toda de un gran fuego que prendía al fondo de la habitación. Se vislumbraba una nube de humo de pipa suspendida en el aire, como si allí se hubiera librado una batalla, y a través de ella se distinguían las amenazadoras formas de unos pesados cacharros que colgaban del oscuro techo. Habían llevado muchas sillas a la cocina con motivo de la reunión, y estaban colocadas alrededor de una larga mesa de madera cubierta de rollos de pergamino, copas, botellas de vino vacías y un montón de algo que parecían trapos. La señora Weasley y su hijo mayor, Bill, hablaban en voz baja, con las cabezas juntas, en un extremo de la mesa.

La señora Weasley carraspeó. Su marido, un hombre delgado y pelirrojo que estaba quedándose calvo, con gafas con montura de pasta, miró alrededor y se puso en pie de un brinco.

-¡Harry! ¡Hannah!-exclamó el señor Weasley; fue hacia ellos para recibirlos y les estrechó la mano con energía-. ¡Cuánto me alegro de verlos!

Detrás del señor Weasley, Hannah vio a Bill, que todavía llevaba el largo cabello recogido en una coleta, enrollando con precipitación los rollos de pergamino que quedaban encima de la mesa.

-¿Has tenido buen viaje, Hannah? -le preguntó Bill mientras intentaba recoger doce rollos a la vez-. ¿Así que Ojoloco no les ha hecho venir por Groenlandia?

-Lo intentó -intervino Tonks; fue hacia Bill con aire resuelto para ayudarlo a recoger, y de inmediato tiró una vela sobre el último trozo de pergamino-. ¡Oh, no! Lo siento...

-Dame, querida -dijo la señora Weasley con exasperación, y reparó el pergamino con una sacudida de su varita. Con el destello luminoso que causó el encantamiento de la señora Weasley, Hannah alcanzó a distinguir brevemente lo que parecía el plano de un edificio.

La señora Weasley vio cómo Hannah miraba el pergamino, agarró el plano de la mesa y se lo puso en los brazos a Bill, que ya iba muy cargado.

-Estas cosas hay que recogerlas enseguida al final de las reuniones -le espetó, y luego fue hacia un viejo aparador del que empezó a sacar platos.

Bill sacó su varita, murmuró: «¡Evanesco!» y los pergaminos desaparecieron.

-Siéntense, chicos-dijo Sirius a Hannah y Harry-. Ya conocen a Mundungus, ¿verdad?

Aquella cosa que Hannah había tomado por un montón de trapos emitió un prolongado y profundo ronquido y despertó con un respingo.

-¿Alguien ha pronunciado mi nombre?-masculló Mundungus, adormilado-. Estoy de acuerdo con Sirius... -Levantó una mano sumamente mugrienta, como si estuviera emitiendo un voto, y miró a su alrededor con los enrojecidos ojos desenfocados.

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyWhere stories live. Discover now