Capítulo 40

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CUARENTA

-¿Sin sentido? ¿Ustedes? ¿Qué quieres decir? Pero ¿por qué

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-¿Sin sentido? ¿Ustedes? ¿Qué quieres decir? Pero ¿por qué...?

De repente, Bagman comprendió lo que sucedía. Levantó la vista hacia la calavera, luego la bajó hacia Winky y terminó dirigiéndola al señor Crouch...

-¡No! -dijo-. ¿Winky? ¿Winky invocando la Marca Tenebrosa? ¡Ni siquiera sabría cómo hacerlo! ¡Para empezar, necesitaría una varita mágica!

-Y tenía una -explicó el señor Diggory-. La encontré con una varita en la mano, Ludo. Si le parece bien, señor Crouch, creó que deberíamos oír lo que ella tenga que decir. 

Crouch no dio muestra de haber oído al señor Diggory, pero éste interpretó su silencio como conformidad. Levantó la varita, apuntó a Winky con ella y dijo:

-¡Enervate!

Winky se movió lánguidamente. Abrió sus grandes ojos de color castaño y parpadeó varias veces, como aturdida. Ante la mirada de los magos, que guardaban silencio, se incorporó con movimientos vacilantes y se quedó sentada en el suelo.

Vio los pies de Diggory y poco a poco, temblando, fue levantando los ojos hasta llegar a su cara, y luego, más despacio todavía, siguió elevándolos hasta el cielo. Hannah vio la calavera reflejada dos veces en sus enormes ojos vidriosos. Winky ahogó un grito, miró asustada a la multitud de gente que la rodeaba y estalló en sollozos de terror.

-¡Elfina! -dijo severamente el señor Diggory-. ¿Sabes quién soy? ¡Soy miembro del Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas! 

Winky se balanceó de atrás adelante sobre la hierba, respirando entrecortadamente. Hannah y Harry no pudieron menos que acordarse de Dobby en sus momentos de aterrorizada desobediencia.

-Como ves, elfina, la Marca Tenebrosa ha sido conjurada en este lugar hace tan sólo un instante -explicó el señor Diggory-. ¡Y a ti te hemos descubierto un poco después, justo debajo! ¡Si eres tan amable de darnos una explicación...! 

-¡Yo... yo... yo no lo he hecho, señor! -repuso Winky jadeando-. ¡Ni siquiera hubiera sabido cómo hacerlo, señor!

-¡Te hemos encontrado con una varita en la mano! -gritó el señor Diggory, blandiéndola ante ella.

Cuando la luz verde que iluminaba el claro del bosque procedente de la calavera dio de lleno en la varita, Hannah la reconoció.

-¡Eh... es la mía! -exclamo.

Todo el mundo la miró. 

-¿Cómo has dicho? -preguntó el señor Diggory, sin dar crédito a sus oídos.

-¡Que es mi varita! -dijo Hannah-. ¡Se me cayó!

-¿Que se te cayó? -repitió el señor Diggory, extrañado-. ¿Es eso una confesión? ¿La tiraste después de haber invocado la Marca?

Mi patronus ¿Una Potter? Parte I -Draco MalfoyWhere stories live. Discover now