Vigésimo primero capítulo

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[Dabi.]

Cuando llegue al salón recibí un sermón de la maestra diciendo que había llegado tarde y me relato de manera breve las reglas de la academia. Yo solo me quedé en silencio con mala cara, esperando a que terminara su estúpido discurso. Y justo cuando termino de decirme su regaño, Bakugo llego al salón.

— Joven Bakugo, estas no son horas de llegar al salón de clase —él solo la ignoro, sentándose en su silla— tendré que decirle lo mismo que le dije a su compañera t/a —yo gruñí exasperadas al saber que escucharía la misma mierda de nuevo.

Empezó de nuevo a decir las normas de la academia, haciendo que varios estudiantes bajaran la cabeza a su mesilla para poder dormir. Yo la miraba con mi cabeza recargada en una de mis manos, y en mi rostro se notaba que ya me estaba cansando su inútil llamado de atención.

Que alguien la callé.

— Psst... —escuche que alguien me llamaba, y gire mi rostro para poder prestarle atención.

—Ashido me observaba, esperando a que yo respondiera— ¿Que? —pregunte, sin muchas ganas.

— ¿En donde estabas? —preguntó, con la curiosidad marcada en su rostro.

— Que te importa —respondí, haciendo que ella hiciera una leve mueca.

— Vamos, dime —pidió, acercándose un poco más a mi.

Dejé escapar aire un poco cansada.

—Me incline un poco hacia ella— Te contaré afuera de la academia, pero si sigues jodiendo, te quedarás con la curiosidad —ella asintió, acomodándose de nuevo en su asiento.

Le preste de nuevo atención a la maestra, que por fin había terminado su discurso ridículo. Mi mirada viajo por el salón, hasta llegar a cierto rubio cenizo. Justo en ese momento él volteó un poco su cabeza para poder verme, y curvó un poco sus labios en una pequeña sonrisa. Nos enderezamos en nuestros lugares, y comenzamos a escribir en nuestras libretas los apuntes, comportándonos como si no hubiese pasado nada.

[•••]

Con mi bulto encima de mis hombros salí del salón al escuchar la campana de salida. Escape de Ashido, y me escabullí hasta llegar a la salida de la academia. Empecé a caminar a la casa de Hawks, con mis audífonos en mis oídos. El viento daba débil en mi rostro, y hacía que mi cabello se moviera sin permiso. En estos momentos agradecía mi cabello corto, ya que si lo tuviera largo fuera un estorbo.

Pasaron minutos que no se sintieron tan largos por estar metida en las canciones que se reproducían en mis audífonos, y ya estaba en la casa de Hawks. Saque las llaves que él me había dado de mi bulto, y cuando fui a abrir la puerta me di cuenta de que el seguro no estaba puesto. Fruncí un poco mis cejas, y quité los auriculares de mis oídos. Abrí la puerta con lentitud, y observe con cautela el lugar. Olfateé un poco, y un olor llegó a mis fosas nasales.

Lo he olido antes.

— ¿Hawks? —lo llame, un poco alto.

Él no respondió, y eso me puso en alerta. Volví a olfatear con más intensidad, mientras caminaba por la casa con precaución.

Ceniza.

Ese olor era el que podía percibir, junto al de Hawks, que era: canela.

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now