Cuadragésimo primero capítulo

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[Instinto de alfa.]

Gotas de agua caían por mi cuerpo mientras salía de la ducha. Había decidido bañarme, y tarde bastante tiempo dentro de la ducha. Gracias a una toalla que estaba encima la encimera pude secarme, pero aún quedaba un pequeño problema. Me acerqué a la puerta, y abrí un diminuto espacio para poder llamar a una persona.

— Bakugo —llame, verificando si se encontraba en la habitación— ¿Bakugo? —volví a llamarlo.

Escuche pasos acercándose. Nuestros ojos se vieron a través de la fina línea que dejaba la puerta, y tragué, tardándome unos segundos en hablar.

— ¿Puedes traerme ropa limpia de una de mis mochilas? —pregunte, manteniendo mi mirada en él.

Bakugo asintió, y se alejó para hacer lo que le pedí. Unos cortos minutos pasaron, y ya él estaba de vuelta con la ropa en mano. Me puse atrás de la puerta, y agrande el espacio de nuestro contacto para poder agarrar lo que Bakugo me extendía. Hubo silencio por unos segundos, hasta que decidí volver a hablar.

— Gracias... —dije, bajo.

— No es nada... —su tono ronco hacía eco con levedad en el baño, a pesar de que estaba afuera del lugar.

Cerré la puerta, y aire salió por mi boca en un suspiro. No podía explicar el cansancio emocional que tenía encima. Era como si mi cuerpo pesara todo el tiempo, y cada día empeoraba. Sin prisa empecé a vestirme, poniendo cada prenda con pesadez. Al terminar, observé la ropa mojada, y me agache para tomarla del suelo. Exprimí el agua de las prendas con mis manos, estrujándolas con fuerza. Con el uniforme de la academia aún húmedo salí del baño, y camine hasta llegar a la puerta de la habitación. Vi a Bakugo acostado en su cama, y después de darle un pequeño vistazo seguí mi camino.

Pase por la sala, por el pasillo de los otros cuartos, por la cocina, hasta que por fin llegue a la lavandería de la casa. Dejé la ropa en un cesto de basura, y salí, en dirección a la sala. Quería descansar, así que dormiría un rato en el sofá. Callada camine hasta la sala, y al llegar me tire en el mueble. Mi pecho bajaba y subía con lentitud, por la manera en que yo respiraba. Mi cuerpo estaba adormecido por las dos pastillas que me había tomado antes de bañarme, y lo agradecía internamente. No quería sentir, dolía demasiado.

— Ve a dormir en mi cama —Bakugo apareció, hablando.

— No —respondí.

Tenía mis ojos cerrados, y mis manos atrás de mi cabeza.

— T/n, si sigues durmiendo en el sofá tu espalda acabará jodida —dijo, quedándose parado frente a mí.

— No voy a quitarte tu cama —abrí mis ojos para mirarlo.

— Dormiré con Sero, usa mi cama, estará vacía siempre que la necesites —informo.

Escuche sus pasos alejarse, y de nuevo el silencio me arropo. Unos minutos pasaron hasta que decidí levantarme del sofá e ir a la habitación de Bakugo. Cuando entre pude ver que, como él había dicho, la cama estaba vacía, igual que el cuarto. Lleve mis pasos a la cama, y me acosté encima de ella. Me acurruqué debajo de la sábana peluda, inhalando el olor de Bakugo que estaba impregnado. Cerré mis ojos, y me relaje. Los días de mal sueño me pagaron factura, ya que en tan solo unos minutos quedé dormida.

[•••]

Murmullos altos se escuchaban alrededor al pasar por el largo pasillo de la academia. Caminaba hacia el patio trasero, esquivando a algunos estudiantes que iban en dirección contraria a mí. No tenía hambre, realmente lo único que quería era hablar con Shinso, ya que ayer no había podido hacerlo. Lo vi a lo lejos, y a diferencia del día anterior, él estaba solo. Parecía estar leyendo, y eso provocó en mí intriga. A un ritmo calmado me fui acercando a él, y cuando quedé frente a sus rodillas flexionadas, su atención se desvió del libro hacia mí. La esquina de su labio subió con levedad, y entrecerró el libro, dejando su dedo índice entremedio de las páginas.

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now