Cuadragésimo capítulo

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[Hiciste lo correcto.]

Con mis manos quito el agua que chorrea por mi rostro, y salgo del baño. La noche había pasado, y todos nos preparábamos para ir a la academia. Íbamos de aquí para allá, y de allá para acá, como hormigas por toda la casa.

— Mi cabeza duele —se quejó, Mina, a mi lado.

— La mía también —me uní— ¿tienes gafas? —pregunte, y ella asintió— búscalas —mande.

— ¿Vamos a andar por la academia con gafas? —giré los ojos, esta mañana no me había levantado de un buen humor.

— Eso está de moda —dije, y ella alzó una de sus cejas— a menos de que prefieras andar por ahí con un dolor de cabeza peor del que tienes por las luces de los pasillos y los salones —ella pareció analizarlo.

— Iré por las gafas —estuvo de acuerdo, y se alejó para ir a su habitación.

Dejé mis ojos en ella un rato, para después tallarme los ojos con brusquedad. Gruñí, y traté de peinar mi cabello con mis dedos para que por lo menos se viera mejor que mi cara. Kirishima pasó por mi lado, y vi como sus ojos me miraron con disimulo.

— Yo tú me tomaría unas pastillas para ese dolor de cabeza que tienes —lo ignoré— a ustedes nada más se les ocurre emborracharse en la semana, y sobre todo tú, que ya tenías una resaca —resople, clavando mis ojos en él con molestia.

— Estoy segura de que mi dolor de cabeza no es por la resaca —espete, poniendo los botones de la camisa de mi uniforme.

Al decir eso Kirishima sin molestarse en disimular, me examino. Miraba cada detalle de mi rostro. Párpados hinchados, ojos cristalinos, mejillas rojizas y labios resecos. Se acercó a mí, poniendo sus manos en mi cara para tocar las bolsas que estaban debajo de mis ojos.

— ¿Que mierda pasó? —no me sorprendió la pregunta y tampoco la palabra que utilizo.

—Quite sus manos de mi rostro— No pasó nada —respondí— no quiero hablar ahora —sus ojos me decían que quería indagar más, pero se quedó callado.

Mina llegó a nosotros.

— Toma —me extendió las gafas.

Las agarre y me las puse. Vi que Bakugo salió de su habitación y aproveché para entrar al cuarto y buscar mi mochila. Salí, y ya todos estábamos listos. Salimos de la casa, y a pesar de que tenía las gafas puestas, el sol logro molestarme y hacer que mi cabeza doliera. Gruñí, subí una de mis manos a mi frente, e intente tapar con levedad mis ojos. Llegamos al auto, y nos acomodamos dentro. Estábamos bastante pegados del uno y el otro, pero por suerte la escuela no estaba tan lejos. Pasaron unos minutos, en donde todo era silencio. Por alguna razón la tensión que Bakugo y yo teníamos se había esparcido por todos los demás.

En el fondo, agradecía el silencio. No quería escuchar nada, solo quería sumergirme en mis pensamientos, sin sentir al mundo exterior. Llegamos a la academia, y sin decir nada, bajamos del auto. Mis pasos se alejaron de ellos, y me dirigí al salón.

[•••]

Las primeras horas habían sido eternas para mí. Me sentía inquieta, y con ganas de levantarme de la silla e irme del aula. Las voces de los maestros eran más irritantes que de lo costumbre. Cuando el timbre sonó avisando la hora del almuerzo, me levante rápido del asiento, y sin esperar más salí del salón. Tenía mi mochila en uno de mis hombros, mientras caminaba al patio trasero de la academia. Al llegar con la mirada busque ese cabello morado, al cual le pertenecía a ese chico tan interesante. Lo encontré en el mismo lugar que siempre, pero no estaba solo, y eso fue lo que me frenó a ir para allá.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora