Cuadragésimo noveno capítulo

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[No permitiré que pasemos por esto otra vez.]

Una maldita semana había pasado desde que estoy en este lugar. Y no, no me sentía mejor, me sentía de la puta mierda. No había un día en donde no vomitara y casi ni comía. La gelatina de fresa que siempre comía la botaba en el retrete o en el cesto de basura al lado de la cama. Podía jurar que había bajado de peso, me sentía más liviana y más débil. Ahora mismo estaba tirada en el fino colchón, temblando del frío que tenía a pesar de estar arropada por las sábanas.

Tenía una necesidad en mi pecho que incrementaba con cada día que pasaba...

Necesito pastillas.

Con solo una me conformaba. Estaba desesperada, el sudor frío bajaba por mi espalda y por mi frente dándome escalofríos. Bakugo no había venido desde la ultima vez y eso me inquietaba más. Lo odiaba, pero no verlo me ponía peor. No sé el porqué, sólo quería estar segura de que él no me iba a abandonar aquí. Escuche unos golpes al cristal y con pesadez mire por encima de mi hombro aún acostada en la cama.

— Ven, te traje una nueva gelatina, ¿te gusta el limón? —preguntó, amable.

Dejé escapar aire por la boca sin ánimos y coloqué de nuevo mi cabeza en la almohada.

— No quiero —respondí.

Oí que suspiro.

— Querida, tienes que comer. De por sí esto no es mucho, si dejas de comer la gelatina te pondrás peor —su tono al hablar era suave.

— Te dije que no quiero, Midnight —repetí, grave.

Ella se me había presentado el primer día que llegue aquí. Se llamaba Nemuri Kayama, pero su apodo era Midnight. Me contó un poco de su pasado para así ganarse mi confianza y tratar de crear alguna platica conmigo. Eso no funcionó mucho, pero por lo menos sabía que su apodo era porque hace años atrás ella trabajó en un club de noche y era la estrella de baile más popular en ese momento. Duro un largo tiempo en ese trabajo hasta que se cansó y comenzó a crear su lugar de rehabilitación. Desde el primer día en el que toque este sitio, ella ha intentado mantener conversación conmigo, se notaba que anhelaba que yo hablara.

Pero yo no tenía ganas, me levantaba de la cama solo cuando tenía que vomitar y a veces ni eso. Algunas veces solo echaba mi cabeza a un lado y vomitaba en el basurero.

— T/n... —parecía que iba a decir algo más, pero fue callada por algo.

Hubo silencio por unos segundos, hasta que alguien habló.

— Un nuevo sabor, deberías aprovechar —comentó, con su voz ronca.

Volví a ver por encima de mi hombro y ahí estaba él.

— Bakugo... —susurre.

No sólo estaba él ahí, estaban los chicos, menos Kirishima. Mina sonrió con suavidad y saludo con su mano.

— ¿Que hacen aquí? —pregunte, de forma pesada.

— Queríamos verte —contesto, Mina.

Volteé de nuevo el rostro, recostando mi mejilla derecha en la almohada.

— T/n, ven, debes comer —ordenó, Bakugo.

No me moví, ni siquiera me inmuté.

— T/n —me volvió a llamar.

— Déjame en paz... —respondí, con mi voz rasposa.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora