Cuadragésimo quinto capítulo

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[Ella se perdió en el camino.]

Pasaron minutos en los cuales Hawks y yo nos habíamos tomado el café, en silencio. Escuchamos el motor de una camioneta, y Hawks echó un vistazo por la ventana, verificando de quien era el vehículo.

— ¿Ese es tu amigo? —preguntó, aún mirando por la ventana.

Yo me levante del sofá, y mire también por la ventana. La camioneta de Bakugo estaba estacionada frente a la casa.

— Sí —respondí— ya me voy, gracias... —murmuré.

Hawks puso sus ojos en mí.

— ¿Gracias por qué? —preguntó, confundido.

— Por escucharme... otra vez —conteste— siempre que vengo a joderte tú me abres la puerta de tu casa, me escuchas... e intentas ayudarme. No sé ni cómo no me has mandado a la mierda —reí con amargura.

Los brazos de Hawks me abrazaron de forma abrupta, dejándome sin aire por la sorpresa.

— No digas estupideces... —susurro.

Su abrazo era fuerte, y casi desesperado. Sabía que él quería que yo sintiera su cariño hacia mí, que nunca me abandonaría.

— Me tengo que ir, Keigo... —hablé bajo, al igual que él.

Él asintió, y se alejó de mí.

— Nos vemos —trato de sonreír.

Esta vez fui yo la que asintió. Agarre mi celular y me dirigí a la puerta para poder irme. Salí de la casa, y a pasos cansados camine hasta la camioneta de Bakugo. Antes de abrir la puerta respire hondo, y entre a la camioneta. Me quedé callada, con mis ojos clavados en la carretera, evitando la mirada de Bakugo. Escuche un suspiro de parte de él, y como apretó el acelerador, alejándonos de la casa de Hawks. No dije nada, y solo dejé mi vista en la carretera y en los autos que pasábamos por el lado.

Mientras los minutos seguían pasando, más me daba cuenta de que no estábamos yendo hacia la casa, y ahí fue en donde por fin hablé.

— ¿Adonde vamos? —pregunte, poniendo mis ojos en él.

Bakugo no respondió, y eso me hizo bufar. Odiaba cuando no me daba una respuesta.

[Tú eres igual.]

Gire los ojos al escuchar a mi alfa interior decir eso.

¿Quien te pregunto?

Ella no dijo nada más, y me sentí más humillada. ¿Quien se creía? Yo era la que tenía el derecho de ignorarla a ella, no ella a mí. Después de un rato la camioneta se detuvo, y mire hacia el frente, encontrándome con un pequeño lago. Ya casi estaba anocheciendo, así que el cielo semi oscuro se reflejaba en ese cuerpo de agua.

— ¿Vas a hablar o te quedarás callada? —preguntó, ronco y serio.

Me acomode en el asiento hasta quedar mirando hacia donde él, y suspire.

— No sé cómo explicarlo sin sentirme estúpida —decírselo a Hawks era diferente a decírselo a Bakugo.

Yo no quería que él me viera vulnerable ni débil, quería que me siguiera viendo como alguien fuerte. Sus ojos rojos me miraron, y el nerviosismo creció en mí.

— Solo dilo, sin darle muchas vueltas —dijo, con calma.

Tomé una bocanada de aire antes de hablar.

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now