Septuagésimo octavo capítulo

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[No sabía qué hacer.]

En estos momentos estaba llegando a la estación de policía y cuando entré miré a todos lados. No tenía idea de a quién preguntarle por Diana, no sabía nada de estas cosas.

Mierda.

— ¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó.

Me giré y me sorprendí al ver a la persona que me había hablado.

Ese policía que me contacto hace unos meses atrás...

Él ladeó su cabeza a un lado con levedad y supe que eso significaba que se acordaba de mí también, aunque bueno... ¿cómo no hacerlo? Me investigó por un largo tiempo. Al parecer nos volvemos a ver...

Shota Aizawa.

— T/a —me llamó por mi apellido— ¿qué hace aquí? —volvió a preguntar.

Apreté mis labios y suspiré.

— Mi hermana menor fue detenida y quisiera saber cómo está —respondí.

Él desvió su mirada de mí y pareció pensar qué hacer.

— ¿Cómo se llama su hermana? —interrogó.

— Diana, Diana t/a... aunque su apellido ya lo sabías —contesté.

Él suspiró y me hizo una seña para que lo siguiera. La estación estaba llena y movida, hecha un caos. Se podían oír discusiones entre otros detenidos con los policías, alegando que no habían hecho nada malo y que era una injusticia su arresto. Pero lo curioso de todo era que los detenidos parecían ser menores de edad.

¿Qué está pasando aquí?

Paré de caminar cuando Aizawa se detuvo y miré hacia la misma dirección que él.

— ¡Malditos! ¡Esto es injusto! —gritó— ¡suéltenme! —exigió.

Abrí mis ojos a más no poder al verla hablarle de esa manera a una oficial.

— Veo que el mal carácter viene en la sangre —comentó él.

No dije nada y seguí mirando a Diana.

— ¡Ey! ¡No me ignores, suéltame! —repitió.

— ¡Diana! —grité, llamando su atención.

Nuestros ojos conectaron y ella frunció su ceño en automático. Me acerqué con rapidez a ella y antes de dirigirme a Diana, miré a la policía.

— Discúlpela por eso —hice una reverencia y luego me giré hacia Diana— ¿qué crees que haces? ¿Sabes que insultar a un oficial de policía es un delito? —le reclamé.

Ella chasqueó la lengua y miró a un lado.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó.

— Mamá me llamó y me pidió que me adelantara en lo que ella llegaba, no quería que estuvieses sola —respondí.

— Estoy bien, te puedes ir —dijo.

— No me iré —me negué— ¿qué hiciste? ¿Por qué te detuvieron? —interrogué.

— Por vandalismo y alteración a la paz —contestó otra persona.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora