Septuagésimo quinto capítulo

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[Te pedí que no me apartaras.]

Los ojos de esa mujer y los míos se seguían viendo fijamente, me había quedado paralizada por su primer comentario.

— ¿Qué esperas para dejarme entrar? —preguntó irritada.

Ni siquiera esperó a que yo le diera un espacio para que pudiera pasar, me empujó y se hizo pasó ella sola a la casa.

¿Pero qué...?

Fruncí mis cejas y la seguí.

— T/n, ¿quien era...? —Mina salió por el pasillo y su voz fue bajando cuando vio a la persona que estaba frente a mí.

Ella y yo compartimos miradas, y le dejé claro que no tenía idea de qué era lo que pasaba.

— Quiero verlo —exigió la mujer.

¿A quien?

Mina tragó saliva nerviosa y asintió con mucha lentitud.

— Eh, B-Bakugo... —lo llamó sin dejar su nerviosismo a un lado.

Pasaron unos segundos hasta que pudimos ver a Bakugo saliendo del pasillo de donde vino Mina. El cuerpo de Bakugo se tensó por completo al ver a esa mujer y eso me puso más en alerta.

¿Qué carajos estaba pasando?

¿Por qué parecían tan alterados por la presencia de ella?

— Mamá... —susurró.

Mis ojos se abrieron en sorpresa al oír eso. Esa mujer...

¿Era su madre?

Con razón me parecía tan familiar, su cabello y sus ojos eran del mismo color. Todo se quedó en silencio por unos segundos y el ambiente tenso solo incrementaba. Kirishima, Sero y Kaminari aparecieron y su reacción fue exactamente igual que la de Mina.

Esta mujer sí que pone a temblar a todos...

— Yo... nosotros —miró a Kirishima y a Sero— tenemos que irnos —dijo, Mina.

Sero asintió, estando de acuerdo, mientras tanto Kirishima solo se mantuvo callado y sin hacer ningún movimiento. Mina y Sero me pasaron por al lado para poder huir de la situación, creo que estarán muy agradecidos de que hoy les tocara ir a trabajar. Kirishima los siguió después de mantener contacto visual con aquella mujer por unos segundos y cuando pasó por mi lado compartió mirada conmigo, y con solo eso me dio a entender que lo que se venía no era nada bueno. Ellos salieron de la casa y nos dejaron a Kaminari, Bakugo, esa mujer y a mí solos.

— Ustedes dos —se dirigió a Kaminari y a mí, aunque ni siquiera nos miró— salgan de aquí —ordenó.

La manera en la que nos hablaba tan despectivamente y arrogante me estaba sacando de quicio, pero la mirada de Bakugo sobre mí me obligó a mantenerme lo más tranquila posible. Pase por el lado de esa mujer y fui adonde Kaminari para llevarlo conmigo a la cocina, era el sitio más cercano a la sala.

Ahí podríamos oír qué tenía que decir esa mujer.

Cuando estuvimos en la cocina Kaminari soltó todo el aire que estaba conteniendo.

— Ella me aterra —confesó bajo.

No dije nada y traté de escuchar la conversación que estaban comenzando.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora