Sexagésimo segundo capítulo

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[Jamás desaparezcan.]

Bakugo y yo habíamos decidido ir a ayudar a mamá en la cocina. Él acomodaba los platos y yo los cubiertos sobre la mesa. Mamá colocó la comida que nos íbamos a servir en el centro de todo y una jarra con agua. Todo olía muy bien, ella había hecho carne que al parecer era un tipo de stake y tenía una pinta increíblemente deliciosa. Antes de que nos sentáramos para cenar, hablé:

— Iré a ver si Diana quiere comer —miré a mamá.

Ella negó y me sonrió suave.

— Déjala, dudo mucho que acepte si estás aquí —suspiró— comerá cuando te vayas, tranquila —se echó agua en uno de los vasos.

Por un momento casi estoy de acuerdo con mamá y simplemente iba a desistir de lo que quería hacer, pero una parte de mí se negaba. Diana era mi hermana...

Mi pequeña hermana.

Y no iba a alejarme más de ella solo porque ahora me odia. Tenía que poco a poco acercarla a mí, no iba a permitir que esa barrera que había entre nosotras siguiera creciendo. Así que cuando moví la silla para poder sentarme detuve el movimiento y me quedé quieta por unos segundos.

— Quiero intentarlo —mis ojos chocaron con los de mamá— vuelvo ahora, no tardaré —avisé.

Caminé y salí de la cocina, yendo directo a las escaleras para subir al segundo piso de la casa. Tal vez Diana me rechazaría, pero por lo menos quería hacer el intento de que viniera a cenar con nosotros.

Aunque todo eso fuera inútil.

Me detuve al estar frente a la puerta de su cuarto y antes de entrar a la habitación, decidí tocar avisando mi llegada. Diana no respondió, así que me tomé la libertad de darme paso al cuarto. Ella estaba acostada en su cama, con sus rodillas flexionadas hasta tocar un poco más abajo de su pecho. Sus ojos me miraron con disimulo y los giró con molestia.

— ¿Quien dijo que podías entrar a mi habitación? —preguntó, molesta.

Respiré hondo para no caer ante su provocación.

— La cena está lista, vine a decirte por si querías comer —informé.

— No me interesa comer junto a ti ni tu novio —respondió con desdén.

Sabía que no iba a darme una respuesta positiva, así que ni siquiera me sorprendió cuando dijo eso.

— Bien... —murmuré.

Cerré la puerta con lentitud y boté una bocanada de aire con pesadez. No podía hacer nada más, no iba a obligarla, era mejor darle su espacio. Bajé las escaleras y volví a la cocina. Bakugo y mamá ya estaban sentados, pero aún no comenzaban a comer. En silencio me senté al lado de él y me eché agua en un vaso.

— No quiso venir, ¿verdad? —preguntó, mamá.

Negué con la cabeza y me serví comida en mi plato.

— No te sientas mal, no es tu culpa —trataba de consolarme.

Preferí no decir nada, no quería que se sintiera mal. Nada de lo que pasaba era culpa de ella, así que era mejor mantenerla tranquila con cosas que no podía controlar. Comencé a comer en silencio sin saber que tema poner para acabar con ese momento tenso.

— Bakugo, ¿tienes hermanos? —mamá preguntó, no aguantando que todos estuviésemos callados.

Él la miró y negó.

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now