Quincuagésimo séptimo capítulo

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[Por una noche.]

La música retumbaba en la sala, unas cuantas horas habían pasado desde que empezamos a jugar ese extraño juego de preguntas y retos, y digamos que ya algunos estaban un poco borrachos...

Por no decir todos excepto yo.

Estaba sentada en el suelo mientras miraba como Kaminari, Kirishima, Mina y Sero bailaban, estaban riendo como bobos y yo sonreía sin poder evitarlo. Bakugo tenía su cabeza sobre mis piernas y yo acariciaba su cabello con lentitud y calma. A él también le había tocado bastante el alcohol y más después de cuatro vasos de Vodka, pero no le había dado con bailar igual que a los otros. A estas alturas Bakugo ya no tenía ninguno de sus zapatos puestos y yo estaba igual. Baje mi mirada a él, viendo como sus ojos estaban cerrados y parecía estar ignorando como los otros cantaban, o mas bien, gritaban y bailaban por toda la sala. Acerqué mi rostro a él y hablé:

— Voy a la habitación —avisé.

Él abrió sus ojos, dejando ver los orbes carmesís que tenía.

— Voy contigo —dijo.

Asentí y él quitó su cabeza de mis muslos para luego levantarse del suelo. Yo lo imité y reí bajo al ver como Kaminari se aferraba a Kirishima como un koala. Vi como Bakugo se tambaleó de manera leve y me acerqué para pasar uno de sus brazos por mi cuello.

— Estoy bien —murmuró.

Giré los ojos divertida y seguí caminando a la habitación con él sosteniéndose de mí. Cuando entramos al cuarto lo dejé en la orilla de la cama y después volví a la puerta para poder cerrarla. Bakugo no estaba tan mal, pero al estar acostado por tanto rato y luego levantarse era obvio que se marearía aunque no estuviera igual de borracho que todos los demás.

— Es raro verte sobria —comentó, mirándome.

Me recargué en la puerta y me encogí de hombros.

— No tenía ganas de envenenarme tan rápido con el alcohol, acabo de salir de rehabilitación, es mejor no tocar nada de esas cosas por ahora —expliqué.

Bakugo sonrió de lado y con ayuda de sus brazos se echó hacia atrás sin acostarse completamente en la cama. Caminé hasta quedar frente a él y me mantuve callada. Él abrió más sus piernas y con solo ese gesto me llamaba a sentarme en su regazo. Me acerqué más y me senté sobre él. Sus manos agarraron mi cintura casi al instante y pegó más nuestros cuerpos.

— Bakugo... quiero preguntarte algo —hablé bajo.

Sus cejas se fruncieron y me acomodo mejor en su regazo, ayudándose con sus manos a que yo enrollara mis piernas en su cintura.

— Dime —se veía interesado en lo que le iba a decir.

— ¿Tú de verdad crees que estemos conectados? —pregunté, recordando aquella noche en la que él insinuó eso.

Parecía que no se esperaba que yo hablara sobre eso, así que tardó algunos segundos en responder.

— Lo creo —afirmó— y estoy casi seguro de que sí lo estamos —agregó.

— ¿Pero por qué? —tenía muchas dudas.

— Todo lo que nos ha pasado no puede ser casualidad —respondió— ponte a pensar, cuando estás con alguien, ese dolor aparece en mi pecho y lo mismo pasa cuando es al revés —contaba— y además de eso, aunque al principio no le presté atención, ¿cuando has visto que un alfa calma a otro alfa con sus feromonas? Porque te puedo decir que yo nunca he visto algo así antes de conocerte —dijo, recalcando las veces que él me ha tranquilizado con sus feromonas.

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now