Trigésimo séptimo capítulo

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[Sentí dolor.]

Tenía mi mirada perdida en el cielo, mientras Takeda conducía. Ya habían pasado varios minutos, y en un momento el auto se detuvo.

— Llegamos... —avisó, y yo me quedé callada.

Suspire, tratando de que así todos los pensamientos se fueran de mi cabeza. Solo quería estar en blanco una vez más.

Olvide mis pastillas en mi mochila.

Gruñí bajo, y de manera vaga.

— Te voy a ayudar a bajar —dijo eso, abriendo la puerta de su lado.

No discutí, no tenía ganas. La puerta del copiloto fue abierta, y una mano se extendió hacia mí. Puse mis ojos en él, con algo de pena.

Que patética soy.

Emborracharme, y estar en una crisis de desamor. Reí para mis adentros, y acepté la ayuda de Takeda para bajar del auto. Una puerta a lo lejos fue abierta, y nuestros ojos se desviaron hacia la casa de Hawks. Él estaba ahí, mirándome.

— Me va a regañar —mis labios se formaron en un leve puchero hacia Takeda, y él rio, enternecido.

—Agarró mi rostro con suavidad— No creo que haga eso, o por lo menos no ahora —cerró la puerta del auto, y me sostuvo por la cintura— vamos, camina con cuidado —reí al verlo tan atento.

— Ya quisiera un novio como tú —una risa en forma de aire salió de él, chocando su aliento en mi nuca.

— Estas loca —mire a Takeda por encima de mi hombro con una sonrisa divertida.

— Sí, estoy loca —afirmé— eso es culpa de la vida —hoy era noche de culpar a todos por mis desgracias.

— Y de Bakugo —añadió por mí.

Un pequeño silencio se hizo presente de mi parte.

— Sí... ese rubio cenizo... —lo volví a mirar, y reí— eres un buen amigo, me sigues el juego de echarle la culpa a los demás —él negó, siguiendo el camino hacia la casa.

Los tacones me dificultaban el caminar, y eso me daba risa. Nuestros pasos se detuvieron cuando llegamos a la entrada de la casa, en donde estaba Hawks.

— Holaa, Keigoo —arrastre las vocales, y reí.

Hawks tenía sus cejas fruncidas, y una mueca de preocupación en su rostro. Miro a Takeda, y dejo escapar aire por su boca, cerrando los ojos por un momento.

— Gracias por traerla, y espero que no te haya causado problemas —fruncí mis cejas, y alce mis labios como un pico.

— ¡Oye! Yo no soy ninguna problemática —me quejé, haciendo un movimiento brusco con mi cuerpo, el cual casi me hace caer, pero Takeda me volvió a salvar— ¿no te digo?, él es útil —lo señale, mientras miraba a Hawks.

—Hawks negó, y se acercó a mí— Ven, necesitas descansar —Takeda me paso adonde Hawks con sumo cuidado, y Hawks me sostuvo— gracias de nuevo —agradeció una vez más.

— Para mí no fue molestia, no podía dejarla a su suerte viéndola de esa manera —Hawks le ofrecía una sonrisa de alivio.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora