Septuagésimo tercero capítulo

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[Demostraste en ese lugar lo fuerte que puedes llegar a ser.]

No me sorprendí cuando desperté y no vi a nadie en la casa. Bakugo no me había despertado y todos se habían ido sin mí a la academia. Estaba sola en la casa, con un silencio que odiaba. Mientras más silencio había, más recordaba todo lo que pasó y lo detestaba. Quería apagar esos recuerdos, borrarlos... haría lo que fuera para no seguir pensando en todo eso. Ya no importaba, se suponía que no, Tomura estaba muerto, Rikiya también y Kai... a pesar de que estaba desaparecido según lo último que me habían dicho, no había señal de ninguna amenaza. Así que no podía entender porque mi cabeza le seguía dando tantas vueltas al asunto. Fui a la sala y encendí la televisión, si iba a estar tantas horas sola entonces vería alguna serie o película para entretenerme.

No podía llamar a nadie, no tenía celular, así que estaba incomunicada. Las horas pasaban lentas, tanto que había podido dormir por unas tres horas y por suerte, no había tenido una pesadilla, realmente no había soñado con nada y eso era mejor que sueños molestos llenos de recuerdos horribles. Apenas eran la una de la tarde y los chicos salían de la academia a las tres, así que... aún quedaba una hora de espera. Busque algo que comer y encontré unas barritas de chocolate, y claro que tomé una. Le daba mordidas mientras buscaba qué más ver en la televisión. Aunque paré de masticar cuando oí unos toques a la puerta. No iba a moverme, pero cuando volvieron a tocar al ver que nadie les respondía me levanté del sofá.

Caminaba con lentitud y con mucha precaución.

¿Quien carajos vendría para acá a estas horas en la semana?

Sabía que mamá no podía ser, estaba con Diana y no la había dejado sola desde que yo salí del hospital, y los chicos seguían en la academia. Cuando estuve frente a la puerta miré por la mirilla antes de abrir y cuando lo hice alcé una de mis cejas y sonreí.

— ¿Qué hacen aquí? —pregunté, dejándolos pasar.

Cerré la puerta cuando estuvieron dentro y vi como uno de ellos sonreía.

— ¡Oye! Eso suena a como si no nos quisieras ver —bromeó.

Yo negué y los guié a la sala.

— No es eso, Keigo, no me esperaba que vinieran y... al oír la puerta me puse un poco nerviosa —admití.

Me senté en el sofá y ellos tomaron asiento también, Hawks junto a mí y Dabi en un mueble individual.

— Bakugo nos envió un mensaje que decía que estarías aquí hoy, así que decidimos pasar un rato contigo —pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros en forma de abrazo.

Sonreí y asentí.

— ¿Como te sientes? —preguntó.

— Mejor... —respondí— aunque aún me duele el área de mis costillas y el brazo también me molesta —agregué.

— Estarás bien en poco tiempo, estoy seguro —afirmó.

Miré a Dabi al notarlo tan callado y decidí preguntar algo que estaba rondando por mi cabeza hace días, ahora que los tenía aquí no podía desaprovechar la oportunidad.

— Dabi... ¿encontraron a Kai? —solté.

Él suspiró y Hawks se quedó en silencio a mi lado. Sé que ellos no querían hablar de eso, pero yo necesitaba saber.

— Está muerto —contestó serio— cuando la policía lo encontró intentó atacar y arremetieron contra él —contó.

En ese momento un peso se fue de mis hombros, era tan liberador saber que ninguna de esas tres personas que me habían hecho tanto daño estaban más en este mundo. Ya no podrían seguir dañando a más personas, no matarían a nadie más. Así que, sin siquiera saber cuando, una pequeña sonrisa se formó en mi rostro.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora