Septuagésimo sexto capítulo

616 60 31
                                    

[No seguiré tropezándome con la misma roca una y otra vez.]

El camino a casa fue muy silencioso, después de llorar por largos minutos Kirishima había empezado a manejar y acabábamos de llegar a lo que era mi hogar. Abrí la puerta sin decir nada y me bajé del auto. Kirishima hizo lo mismo, aunque no sé por qué.

— ¿Qué haces? —pregunté bajo.

— Te acompañaré a dentro —respondió.

Caminamos los dos juntos a la puerta y cuando llegamos a ella, recordé que no tenía llave para poder entrar.

— Mierda... —gruñí, aunque no muy fuerte.

— ¿Qué pasa? —interrogó.

— No tengo las llaves —contesté— la única opción para poder subir es el árbol que está a un lado de mi habitación —agregué.

Kirishima le echó un vistazo al árbol y asintió lento.

— Entonces, subamos —dijo.

— ¿Subirás conmigo? No tienes que hacerlo... —traté que él cambiara de opinión.

— Lo haré, vamos —insistió.

Empezó a caminar hacia el árbol y yo lo seguí antes de que me dejara atrás. Kirishima me ayudó a subir al árbol y yo fui la primera en llegar a la ventana de mi habitación. La abrí y con cuidado me metí a mi cuarto, y encendí una luz para que Kirishima pudiera ver mejor a su alrededor. Cuando él entró cerró la ventana para que el frío de la noche no se hiciera pasó más en el cuarto.

— Wow... —soltó, mirando todo el lugar— no me esperaba que tu habitación fuera así —comentó.

En otra ocasión hubiese reído, pero ahora mismo no tenía fuerzas para eso. Di una profunda respiración antes de dirigirme a mi cama y cuando estuve a punto de sentarme en ella, me detuve al notar algo extraño.

¿Y ese olor?

Olfateé una vez más y percibí unas feromonas desconocidas para mí afuera de mi cuarto.

— ¿Hueles eso, Kirishima? —pregunté de manera abrupta.

Él se acercó a mí y olfateó para poder oler lo mismo que yo. Sus ojos chocaron con los míos al sentir por fin las feromonas.

— ¿Tienes alguna idea de quién puede ser? —indagó.

Negué y caminé hasta la puerta de mi habitación. Me asomé al pasillo y cuando volví a olfatear me contaminé aún más con las feromomas, aunque ahora tenían un toque diferente. Se mezclaban con otras que tenían la esencia de uvas y sabía perfectamente a quien pertenecía ese olor.

Diana.

Las feromonas llevaban a la habitación de ella y eso me motivó a acercarme a su puerta. En medio de todo ese silencio podía oír ruidos extraños y respiraciones pesadas. No era estúpida, sabía muy bien qué podía estar pasando allá dentro, pero...

En serio quería estar equivocada.

Puse mi mano en la perilla de la puerta y la giré con lentitud. Kirishima se mantuvo a un lado, mirando todo lo que yo hacía. Abrí la puerta con la misma velocidad que moví la perilla y cuando pude ver dentro de la habitación, casi en automático entrecerré la puerta para tapar la vista al interior.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora