Trigésimo primero capítulo

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[Es muy pronto para eso.]

Habían pasado unas cuantas horas, y los chicos ya habían vuelto a la casa. Ashido y yo veíamos la serie de "La casa de papel" y debo decir que cada vez me engancha más. Estaba intentando pasar más tiempo con ella, después de todo tuve la confianza de contarle mi pasado, y para mi eso era prueba de que mi alfa y yo nos sentíamos más cómodas con ella. El sonido de un rugido de estómago nos hizo quitar la atención de la pantalla del televisor, y ambas miramos el estómago de Ashido.

—Ashido le dio pausa a la serie— Tengo hambre —reí.

— ¿En serio? No me había dado cuenta —me burlé.

— ¡Bakugo! —ella me ignoró, y llamo a Bakugo— ¡tengo hambre! —su tono era como una niña pequeña.

Bakugo se asomó a la sala.

— Pues hazte algo de comer —respondió con simpleza.

—Hizo un mohín con los labios— Yo no sé cocinar —Bakugo se encogió de hombros.

— Eso no es mi problema —se iba a ir, pero Ashido volvió a hablar.

— Si fuera Camie le harías comida sin dudarlo —se quejó, y mi pequeña risa desapareció.

Quite mis ojos de ellos, y los puse en la pantalla del televisor, en donde la serie aún estaba pausada. Escuche un gruñido, que lo más seguro le pertenecía a Bakugo, y pasos alejándose de la sala. Ashido se acomodó en el mueble, y me miro. Hubo silencio entre nosotras, en donde parecía que ella intentaba leer mi expresión.

— Creo que dije algo que no tenía que decir —yo negué con la cabeza, y reí.

— Intentemos hacer algo de comer —cambie de tema, levantándome del sofá.

Agarre mi celular, y busque una receta sencilla de arroz con curry. 

Señor, que no se queme la cocina, por favor.

[•••]

— No está mal —comentó, Kirishima, probando la comida.

Ashido y yo habíamos terminado de cocinar, y la verdad, no había quedado tan mal.

— Comida es comida —dijo, Kaminari, echándose parte del arroz con curry en un plato.

— Me muero de hambre —Ashido también empezó a echar parte de la comida en un plato.

— ¡Sero! —Kirishima lo llamo, para que también viniera a comer.

Sin decir nada salí de la cocina y me dirigí al balcón de la casa. Me asome, y lo vi ahí, fumando.

— Que injusto —llame su atención al hablar, y me recargue en la pared— me dices que no se vale fumar, y tú lo haces —bufo, y me ignoro, dándole otra calada al cigarro que estaba a punto de acabarse.

— Yo no soy adicto a pastillas ni a polvos —fruncí mis cejas.

— Yo tampoco —discutí.

Bakugo seguía fumando, y verlo me daba ansiedad. Mis manos empezaron a sudar, y apreté mis labios, mientras desviaba la mirada para no seguir viendo como el fumaba tan tranquilo.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora