Sexagésimo tercero capítulo

1K 86 49
                                    

[Herida.]

Una maldita hora había pasado y no teníamos ni una sola pista de donde podría estar Diana. Bakugo y yo nos detuvimos en diferentes discotecas, callejones, sitios de comida. Habíamos intentado de todo y ella parecía haber desaparecido. Estábamos ahora mismo en la camioneta y mi pierna ya tenía un tic de lo ansiosa que estaba.

— ¿Como es posible que no aparezca en ningún maldito lado? —miré mi celular y gruñí— y para colmo no contesta las llamadas —me quejé con la voz grave por el enojo y frustración.

Bakugo no decía nada, tal vez creyendo que era mejor dejar que yo liberara lo que sentía. Le daba vueltas a todo, a cada lugar en la ciudad, cada esquina en la que ella podría estar y nada... Diana simplemente no aparecía por ninguna parte. Apreté mi celular con una de mis manos, decidiéndome por la solución que demostraría lo gran desesperada que estaba. Lo encendí y lo desbloqueé, para luego entrar a mis contactos y llamar a una persona.

¿T/n? —habló primero.

— Keigo, necesito que te contactes con Dabi, Diana se escapó de casa y no la encuentro por ninguna parte —cerré mis ojos con fuerza y traté de respirar con lentitud— por favor, contáctate con él, no sé qué más hacer, necesito ayuda con esto —pedí.

Ey, está bien, lo llamaré ahora. Si quieres ven a casa, le pediré que venga y así podrás hablar con él con más claridad —sugirió.

— Bien... estaré ahí en unos minutos, dile a él que no tarde, por favor —dije.

Estará aquí lo antes posible, sabe cuando algo es importante, tranquila —calmó.

Colgué y me tomé un tiempo para poder respirar un par de veces. El tic de mi pierna no se iba y me sentía asfixiada.

¿Donde estás?

Tapé mi rostro con mis manos y solté un bufido para qué tal vez la presión de mi pecho se aligerara.

— ¿A casa de tu mejor amigo? —preguntó bajo, sin querer alterarme más.

Asentí y me quedé callada. Una mano acarició mi espalda y eso provocó que destapara mi rostro y volteara a ver a Bakugo. Él aún no se movía, había dejado la camioneta en parking.

— Respira... —dijo, sin dejar su atención hacia mí.

Lo intenté, en serio lo intenté, pero era imposible.

— Vayamos adonde Hawks, quiero encontrarla ya... —mi cuerpo tembló de manera muy notable.

En estos momentos moriría por una de mis pastillas.

Solo un segundo bastó para que el sudor frío bajara por mi cuerpo y abriera mis ojos mucho más.

¿Que mierda estoy pensando?

Mi mandíbula se tensó y prácticamente estampé mi frente en una de mis manos.

— Mierda, no... —murmuré.

— ¿Que pasa? —Bakugo se acercó más a mí.

Abrí la puerta de la camioneta y antes de bajar, hablé:

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now