Cuadragésimo segundo capítulo

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[Conectados.]

Sentía mi cuerpo pesado, y un leve dolor de cabeza en la sien. Intente moverme, pero un peso encima de mí lo impidió. Abrí mis ojos, y baje mi mirada hasta ese cabello morado tan peculiar. Shinso estaba encima de mí, desnudó.

¿Que pasó?

Recordaba que había estado con él, pero de un momento a otro todo fue negro. Mis ojos viajaron por su cuerpo, buscando alguna herida o algún moretón grave. Él se removió encima de mí, mientras abría sus ojos con lentitud. Bostezo y hablo:

— Mierda... mis caderas... —se quejó, bajo.

Mis labios se apretaron, aguantando la risa que ese comentario había provocado en mí.

— ¿Te duelen mucho? —pregunte, sonriendo con diversión.

Sus ojos me miraron, y su rostro se enrojeció con levedad.

— No sabía que estabas despierta... —murmuró.

— Me acabo de levantar, igual que tú —acaricié su cabello con suavidad— pero responde, ¿te duelen mucho? —volví a preguntar.

Escondió su rostro casi en mis pechos, y respondió:

— Un poco... —susurro.

Baje mi mano que estaba en su cabello a su espalda, y lleve mis caricias a ese lugar.

— ¿Me salí de control? —pregunte, directa y seria.

Shinso subió su rostro, para poder mirarme a la cara.

— No —respondió, sin dudar.

Al oír eso pude respirar con facilidad, y me relaje.

— De hecho, tu alfa me trato muy bien —confesó— sí fue más ruda, y dejó el miedo a un lado, pero al final, cuando aún le quedaba consciencia lamió algunas pequeñas heridas que habían en mi cuerpo —explicaba.

— ¿Heridas? —mis ojos se abrieron un poco más.

— No te preocupes, no fueron nada grave, es algo normal cuando un omega y un alfa están juntos —le restó importancia— estoy bien, tranquila —trato de calmarme.

Pase mis dedos por algunos pequeños moretones que pude ver, y la culpa se hizo notar en mi rostro.

— Quita esa cara, ya te dije que estoy bien —bromeo, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Él empezó a enderezarse, para poder levantarse de encima de mí.

— ¿Quieres café? —preguntó, a la misma vez que recogía la ropa del suelo.

Antes de que saliera de mi campo de visión, conteste:

— Sí —intente no mirar su desnudez.

— Lo hago ahora, traeré unas batas para los dos —comunico.

Asentí, a pesar de que él ya no me estaba viendo. Lo espere sentada en el sofá, desnuda y con los ojos cerrados. Trataba de recordar algo de lo qué pasó en la noche después de que mi alfa tomara el control, pero era imposible. Nada, ni siquiera una pequeña imagen borrosa aparecía en mi mente. Shinso volvió a la sala, con una bata de tela fina y color blanca puesta, y otra en su mano del mismo material, pero de color negra.

[Alfas] - Bakugo y tú Where stories live. Discover now