Quincuagésimo segundo capítulo

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[El futuro es incierto.]

Había pasado el fin de semana y como esperaba, Bakugo no vino a visitarme. A pesar de que tenía dudas sobre su palabra, pensé qué tal vez sería diferente, pero me equivoqué. Estaba acostada en la cama, igual como todos los demás días y semanas que he estado aquí. Me sentía algo acalorada y yo ya sabía porque era eso.

— ¡Midnight! —grite, esperando que ella me escuchara.

En cuestión de unos minutos ya ella estaba frente a la pared de cristal.

— ¿Que sucede? —preguntó, mirándome.

— ¿Hay supresores? Mi celo está llegando —avise.

— Sí, vuelvo ahora —respondió.

Asentí con levedad y respire hondo, manteniendo la calma. Mi celo era irregular, lo que significaba que no caía cada mes como a casi todos los alfas y omegas. A veces había un mes de por medio en el cual no tenía mi celo o a veces hasta tres, todo dependía de cómo estuviera mi cuerpo. Pensando en eso Bakugo llegó a mi mente, durante todos estos meses nunca había visto que él cayera en su celo...

¿Acaso no tenía?

Nunca había sentido ninguna diferencia en su aroma y él nunca había dicho que estaba en celo. Pasaron unos minutos y ya Midnight estaba de vuelta.

— Aquí tienes —ofreció los supresores por el pequeño ventanal del cristal.

Me levante de la cama con pesadez y camine hasta el vidrio. Agarre los supresores, los cuales estaban en una bolsa, ya que habían bastantes y puse mis ojos en ella.

— Gracias... —dije, bajo.

Ella me sonrió y asintió en respuesta.

— Si necesitas algo más, me vuelves a llamar —pidió.

Asentí y regrese a la cama para poder inyectarme un supresor. Saqué uno de la bolsa y clave la aguja en mi brazo izquierdo. Mi cuerpo se relajó al pasar unos cinco minutos y dejé la bolsa en el suelo para poder acostarme en la cama y descansar. Quede dormida por unas horas hasta que me desperté por la calor sofocante en todo mi cuerpo. Mi respiración era pesada y el sudor bajaba por mi frente. Baje de la cama a tropezones y fui al baño. Respiraba por la boca mientras me sentaba encima del inodoro y me quitaba los pantalones y ropa interior para poder masturbarme. Jugué con mi clítoris antes de meter mis dedos en mí, gimiendo sin importarme mucho si alguien me escuchaba. Cerré mis ojos y eche la cabeza hacia atrás, doblando mis dedos en mi interior para poder tocar mi zona más sensible. Mi mente comenzó a hacer de las suyas y el rostro de Bakugo se reflejo en mis pensamientos.

Mientras me complacía, recordaba las caras de Bakugo cuando follamos la última vez.

Mierda, ha pasado tanto tiempo.

Lo necesitaba, necesitaba que él estuviera aquí. Quiero tenerlo y follar hasta que no pueda más. Necesitaba los besos que dejaba en mi piel, sus apretones, sus marcas, la manera en la que agarraba fuerte mi cintura. Extrañaba sentirlo contra mí y rozar sus labios con los míos.

Extrañaba besarlo.

Extrañaba abrazarme a su cuello, acurrucarme en su pecho y hablar con él. Detuve por un corto momento los movimientos de mis dedos al ser consciente de lo que estaba pensando. No era solo carnal, no eran sólo los besos y mordidas o follar sin descanso. Era su simple presencia lo que extrañaba. Tenerlo conmigo y saber que estaba ahí, que no iba a dejarme. Mi mente se volvió a nublar y los movimientos erráticos de mis dedos me ponían cada vez más sensible. Gemía el nombre de Bakugo, imaginando que él era el que estaba ahí con sus dedos dentro de mí. Mis piernas comenzaron a temblar y mi orgasmo llegó unos segundos después. Estaba tan sensitiva, cualquier roce a mi piel me hacía estremecer. Me limpié con un poco de agua mi intimidad y mis dedos y luego subí mi ropa interior junto a mis pantalones. Fui hasta la cama y agarre otro supresor de la bolsa para inyectármelo.

[Alfas] - Bakugo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora